Los importadores pasan por un largo proceso para traer la mercancía al país. Empieza con la inscripción en el Registro del Usuario del Sistema de Administración de Divisas (Rusad) y termina en la Autorización de Liberación de Divisas, cuando se aprueba el pago al proveedor internacional.
El ex superintendente de Bancos, Irving Ochoa, señala que una serie de trámites (permisología), y la discrecionalidad de los funcionarios, encarecen la importación. Eso explica algunos costos que no son registrados en los libros, pero que sí son incluidos en el precio final de venta al público.
Con ese precio, el importador o el comerciante final tratan de garantizar lo que les cuesta la reposición de mercancía.
Señala que el Gobierno, más que facilitar los procesos, los complica cada vez más. Pone de ejemplo cuando toma la administración de los puertos con Bolipuertos.
Para Ochoa, Cadivi es un sistema fracasado y que responde a una estrategia de control político y no a una racionalidad económica.
Afirma que el problema del país radica en la carencia de dólares. Voceros del Gobierno señalan que la economía nacional se puede mover con $36 mil millones, pero el ex superintendente recuerda que en 2012 se importaron $60 mil millones. “¿Acaso vamos a vivir con la mitad de la importación?”, resalta.
Precios al detal. Los pequeños comerciantes, aquellos que no tienen acceso a dólares de Cadivi, toman en cuenta diversas variables para calcular el precio final de la mercancía que se vende al consumidor final.
Una vez que adquieren un producto del mayorista o proveedor, incluyen en el precio para la venta al público un margen por el capital invertido en esa mercancía, más los costos de localización (pago de alquiler del local, servicios de luz, agua y aseo, equipamiento), personal (salarios, beneficios laborales), los impuestos al municipio y al Estado, así como una utilidad estimada en 35% (para reponer mercancía o realizar nuevas inversiones).
Para ilustrar este cálculo, el dueño de una zapatería en Chacao utiliza este ejemplo: si vende un producto en 100 bolívares, luego de restarle los gastos para mantener el local, los servicios, el personal y los impuestos, le quedan 20 bolívares.
Los comerciantes al detal insisten en que el precio en la tienda ha subido porque el producto adquirido de los proveedores (muchos son importadores) ya viene con un precio alto.
“La mayoría de los mayoristas tampoco ha tenido acceso al dólar de Cadivi. Por eso los precios son tan altos. Si el Estado facilitara más dólares preferenciales, la mercancía al detal tendría precios más razonables”, reflexiona el dueño del local.
César Batiz
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