El Mundo, Economía y Negocio | Para los analistas, el desarrollo del dólar paralelo continúa siendo una realidad. En las últimas semanas la cotización en este mercado ha registrado un alza significativa a pesar de la puesta en marcha del Sistema Marginal de Divisas (Simadi).
En los últimos años en la economía venezolana ha tomado fuerza una referencia para el precio del mercado negro: el dólar Cúcuta.
Desde 2013 se observa en la frontera colombo-venezolana un repunte tanto de las operaciones en divisas como en su cotización, al punto de sobrepasar el precio del dólar implícito (resultado que se obtiene de dividir la liquidez monetaria en bolívares sobre las reservas internacionales en dólares).
Desde que se implementó el control de cambio hace 12 años, fue inevitable la aparición del mercado negro, y aunque negocia un porcentaje pequeño en comparación con las operaciones del dólar oficial, es una referencia importante. En este período de controles, las distorsiones cambiarias han impulsado su precio, sin embargo, otros factores surgieron en el camino para impactar este mercado.
“Es interesante observar cómo las distorsiones causadas por los controles de precios y de cambios impuestos por el gobierno de Venezuela, así como la cada vez menos detallada y oportuna información disponible sobre nuestra economía, convirtieron en una referencia nacional a las transacciones realizadas en Cúcuta”, señaló el economista y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, Ronald Balza.
Explicó que en la ciudad colombiana de Cúcuta hay un mercado importante para el bolívar, puesto que hay quienes tienen interés en comprar esta moneda a cambio de pesos. “No para acumularlos como activos, sino para comprar bienes en Venezuela y utilizarlos o revenderlos en Colombia. Lo que pudiese ser una deseable exportación de bienes, sin embargo, perjudica a Venezuela por responder sólo a los controles rígidos fijados por el gobierno”.
Destacó que esta situación genera consecuencias: En primer lugar, se crea un diferencial de precios a ambos lados de la frontera que generan demanda sin estimular la oferta, provocando escasez persistente del lado venezolano. En segundo lugar, en el mercado del bolívar este pierde valor, arrastrando con él el incremento de los precios no controlados en todo el país.
“Ambos aspectos se relacionan y se explican mutuamente, por lo que no puede resolverse uno sin resolverse el otro. El tema del precio de la gasolina permite ilustrar el por qué”, dijo.
Detalló -Balza- que los bolívares que se compran en Cúcuta regresan a Venezuela cuando se compra gasolina. “Por eso, la venta de bolívares no reduce la liquidez monetaria, no pudiendo neutralizar el aumento provocado por un creciente gasto público”.
Mientras -continúa el economista- el precio de la gasolina no ha cambiado en bolívares en Venezuela, pero se ha incrementado en pesos en Colombia, por lo que para comprar más del combustible y venderla en Colombia se demandan más bolívares, pero la cantidad de pesos que se obtiene de ellos crece a una velocidad mayor.
“Que la referencia del dólar paralelo en Venezuela haya pasado a ser el precio del bolívar en Cúcuta ha reducido la efectividad de acumular reservas internacionales para lograr estabilidad cambiaria. Es indispensable hacerlo, pero no será suficiente sin comenzar, gradualmente pero cuanto antes, el difícil incremento del precio de la gasolina venezolana en dólares, y de otros precios sujetos a control, al precio del dólar en Cúcuta”, afirmó el profesor de la Ucab.
Las referencias
El director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, coincide en los factores que han dado relevancia al dólar Cúcuta, entre las cuales resalta la suspensión del mercado permuta (compra-venta de bonos en divisas).
“Ese es el problema cuando se destruye una estructura formal de mercado (permuta) como ocurrió en 2010 y pasamos a esto… La cotización que se usa como marcadora en el llamado dólar paralelo es de frontera y es obvio que esta tiene limitaciones. No solamente porque este tipo de cambio deja por fuera operaciones más sofisticadas que está haciendo el segmento corporativo, sino también porque la dinámica fronteriza en Venezuela está fuertemente distorsionada por el fenómeno del contrabando”, apuntó recientemente.
Reitera que estas operaciones de frontera, con sus imperfecciones, es la única referencia válida que se tiene hasta los momentos.
“La pregunta clave es: ¿será el Simadi la nueva referencia? A juzgar por lo que fue su desempeño en la primera semana, está lejos de eso”, indicó Oliveros.
Balza recordó que con la estatización de empresas privadas que cotizaban en bolsas de valores dentro y fuera de Venezuela, se perdió la primera referencia públicamente conocida del precio no oficial del dólar. Luego, con el cierre de las casas de bolsa en 2010 se perdió otra referencia, obtenida a partir de la compra y venta de títulos públicos.
“Desde entonces, páginas especializadas han publicado dos medidas directamente afectadas por políticas gubernamentales: el tipo implícito y el tipo de cambio en Cúcuta, calculado éste a través del peso colombiano. Esto ha convertido dichas medidas en referencias comúnmente aceptadas del precio del dólar paralelo, en ausencia de otras mejores”.
La escalada
Desde junio de 2010 hasta septiembre de 2013 el dólar implícito se mantuvo por encima del precio del dólar en Cúcuta. En septiembre de ese año las dos cifras rondaron los 42 bolívares por dólar, y luego la relación se invirtió.
El 31 de diciembre de 2014 el precio de la divisa en la frontera alcanzaba los Bs. 173,24, mientras el implícito se mantenía en casi la mitad de su valor: Bs. 89,43.
Hoy en día, la cotización del dólar implícito registra igualmente un alza significativa de Bs. 91,30 pero no alcanza al paralelo que se ubica en Bs.198,80
El incremento de la liquidez monetaria en Venezuela que llega a los Bs. 2 billones 65 mil millones presiona cada vez más hacia el alza del implícito, específicamente porque las reservas internacionales del Banco Central de Venezuela han tenido dificultades para registrar un crecimiento sostenido al presentar una cifra que no logra superar los $24.000 millones desde julio de 2013.
Ahiana Figueroa