Un connotado desarrollador de calificó la moneda virtual como un experimento fallido, ampliando las discrepancias en torno a un tema técnico pero esencial que ha dividido a la comunidad durante casi un año.
“Los fundamentos no funcionan, y más allá de lo que ocurra en el corto plazo con el precio, la tendencia de largo plazo debiera ser probablemente a la baja”, escribió Mike Hearn en la plataforma de blogs Medium. “Dejaré de tomar parte en el desarrollo de bitcoin y he vendido la totalidad de mis monedas”.
La disputa está relacionada a la creciente congestión en la red de bitcoin provocada por los límites impuestos por el registro de transacciones de la divisa. Si no se elevan los límites, se podrían producir cuellos de botella debilitantes. Un arreglo, sin embargo, implica modificar un sistema que ha sido rentable para quienes usan computadoras de alta potencia para registrar las transacciones.
Hearn ha sido un partidario vociferante de la expansión de los límites. El problema es el software de fuente abierta de bitcoin, de modo que cualquier cambio tiene que contar con el visto bueno de la mayoría de la comunidad, algo que no ha ocurrido.
No es la primera vez que alguien escribe el obituario de la moneda digital. La diferencia es que ahora es escrito por un destacado miembro de la comunidad de bitcoin y ha tocado una fibra sensible. El precio de bitcoin, que se mantuvo estable durante meses, cayó 20% la semana pasada, a US$358. La cotización ha repuntado algo desde entonces y muchos han salido en defensa de la divisa tras los comentarios de Hearn.
“Bitcoin ha atravesado durante mucho tiempo debates extremos y malentendidos”, explica Sean Neville, presidente de la startup de servicios de envío de dinero Circle. “Y es otro malentendido que la tecnología de cadenas de bloque pueda fallar simplemente porque los debates técnicos y de gobernanza se vuelven más complicados a medida que bitcoin madura”.
Bitcoin siempre ha generado divisiones. Sus defensores aplauden el hecho de que no esté sujeta a los designios de los bancos centrales y que sea un sistema de transacciones que opera al margen de los canales normales del sistema financiero. Los críticos, no obstante, la consideran una moneda excéntrica cuyo valor se dispara y se derrumba en forma impredecible, como un casino para los amantes de la computación. Los gobiernos ni siquiera se ponen de acuerdo sobre si se trata de una divisa o un commodity.
La actual disputa, sin embargo, socava lo que muchos inversionistas consideran el aporte más prometedor de bitcoin: el sistema descentralizado de registro conocido como “cadena de bloques”, una especie de libro contable digital que mantiene el registro de las transacciones o de quiénes poseen qué cantidades de la divisa digital.
Las operaciones individuales son colocadas en bloques y confirmadas por una “carrera” matemática altamente compleja. Los ganadores de esta carrera reciben como premio bitcoins recién acuñados.
El código de bitcoin restringe el tamaño de esos bloques a un megabyte. Un cambio exige el consentimiento de los llamados “mineros” que han acumulado la potencia computacional necesaria para administrar la totalidad de las transacciones. La “minería” se ha vuelto tan cara que para participar se necesitan inversiones de una escala que sólo pueden hacer las empresas. Los mineros temen que modificar el tamaño pueda afectar su economía de una manera imprevisible.
Hearn y Gavin Anderson, otro de los principales desarrolladores de bitcoin, propusieron formalmente en agosto aumentar el tamaño de la cadena de bloques mediante una versión alternativa de bitcoin llamada Bitcoin XT, con límites más generosos. Fue un intento de lo que en los círculos del software se conoce como un “hard fork”, es decir, crear una nueva versión de un sistema que obliga a los usuarios a trasladarse a esta.
La pelea entre los defensores de XT y de la versión original, que ha pasado a llamarse Core, no ha tenido contemplaciones. Se han librado batallas en Reddit y redes sociales, los usuarios han sido expulsados de foros de Internet y se han producido ataques cibernéticos anónimos contra usuarios y empresas. XT arrancó con muchos bríos, pero no está cerca de generar un consenso a favor del cambio.
Este impasse es el que convenció a Hearn de que bitcoin está condenado al fracaso. Otros son más optimistas.
Otra propuesta, llamada Bitcoin Classic, ha surgido de las cenizas del debate entre XT y Core. Se trata de una versión de bitcoin que elevaría el límite del bloque de códigos a dos megabytes y establecería normas para aumentarlo con el paso del tiempo. La idea parece estar recabando apoyo.
“A veces, hace falta una crisis para reunir a todos en un mismo lugar”, escribió en un blog filosófico Fred Wilson, de Union Square Ventures, una empresa de capital de riesgo con inversiones en bitcoin. “Tal vez sea el camino para resolver el debate sobre el tamaño de las cadenas de bloque”.WSJ