Hoy se está concretando un vil zarpazo contra uno de los más sagrados derechos del ser humano: El derecho a estar informado. Ha llegado el impensable día en que El Carabobeño pone fin a sus ediciones impresas. Es el resultado de un enfrentamiento entre la verdad y el derecho que tiene la ciudadanía a estar informada, y un gobierno que llegó al poder a través de la malicia y el engaño para administrar el erario nacional y las instituciones como mejor les convenga.
La agonía ha sido larga y dolorosa. Se agotaron las gestiones en procura de la asignación de divisas a El Carabobeño para pagar deudas por insumos adquiridos en el exterior. Luego, con la creación de la Corporación Alfredo Maneiro, al Diario del Centro se le ha negado, desde hace un año, la cuota de papel que legalmente le corresponde, porque se trata de una mercancía adquirida con dinero del Estado venezolano. Ha sido un ensañamiento con una empresa que, desde su fundación en 1933, nunca le temió a los ocupantes del Palacio de Miraflores, ni siquiera al tirano Juan Vicente Gómez, quien mandó al exilio en Cuba a nuestro director fundador don Eladio Alemán Sucre.
El Carabobeño no estará más en papel impreso en los hogares, como ha sido durante generaciones, a menos que haya un cambio en la conducción de Venezuela, que erradique tanta maldad, tanto odio y tanto resentimiento, como hemos tenido en los 17 años más tenebrosos de la historia de este país, que a pesar de ello no ha perdido la esperanza de recuperar su alegría y el estímulo para volver a convertirse en una de las naciones más prósperas de América Latina.
En el penoso transitar que hemos vivido estos últimos años, el diario ha recibido manifestaciones solidarias de la comunidad, con huelgas de hambre, foros y concentraciones. El lunes 13, una distinguida representación de las instituciones del estado, encabezadas por el señor arzobispo de Valencia, Reinaldo Del Prette y la rectora de la Universidad de Carabobo, Jessy Divo, y el presidente de la Academia de la Historia, Carlos Cruz, visitó el Capitolio con la finalidad de solicitarle al gobernador Francisco Ameliach sus gestiones para solucionar el problema, pero el funcionario no asistió argumentando que tenía compromisos en Caracas.
Venezuela no es un país libre ni democrático, por lo cual la libertad de expresión y de prensa son derechos expropiados. Comenzaron eliminándole las concesiones a emisoras de radio y estaciones de televisión. No se escatimaron costos para apoderarse de medios impresos y para crear panfletos de circulación gratuita, estableciendo así lo que el propio Gobierno denomina hegemonía comunicacional. Para los medios independientes que resistieron la embestida fue creada la Corporación Alfredo Maneiro, que tiene la potestad de determinar cuáles reciben papel y cuáles no.
Nos Vemos Pronto
Hoy nos despedimos, pero es solo un hasta luego. Volveremos, lo sabemos. No se puede acabar una historia de 82 años por el simple capricho de unos gobernantes soberbios y antidemocráticos.
El Diario del Centro está en el corazón de los carabobeños y de ahí no podrán sacarlo, ni con la censura ni con la arrogancia que impone el poder mal manejado.
Este cierre es una evidencia de que desde esta casa editora se ha ejercido un periodismo veraz y objetivo, ese que no le gusta a un gobierno que ha hecho todos los esfuerzos por imponer una hegemonía comunicacional que, en Carabobo, con el cierre de nuestra edición impresa, es ya un hecho.
El nuestro es un periodismo duro pero cuidadoso, pendiente de la veracidad y del contraste de las fuentes, a pesar de lo difícil de esta tarea en tiempos en los que abunda la famosa frase: no tengo autorización para declarar.
Nos despedimos, por ahora. Volveremos a seguir ejerciendo periodismo con honestidad y con las libertades que este país se merece. Nos vemos muy pronto