Venezuela atraviesa el peor año de su historia económica, lo que está agravando aún más la ya difícil situación social que vive el país. A partir de hoy se aplicarán regularmente cortes de luz diarios de cuatro horas, una precariedad que se suma a una escasez de alimentos básicos que llega al 82 por ciento. El 73 por ciento de los hogares ha caído bajo el nivel de pobreza, de acuerdo con un estudio de varias universidades.
De acuerdo al análisis de ABC, cuando Hugo Chávez se amotinó (intento de golpe) contra el presidente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, el 4 de febrero de 1992, la inflación de Venezuela era del 31 por ciento, la más baja en un lustro. Este año la inflación será unas 25 veces mayor –puede alcanzar el 720 por ciento– y quedará pulverizada comparada con el 2.200 por ciento que se prevé para el cierre de 2017, de acuerdo con las previsiones presentadas la semana pasada por el Fondo Monetario Internacional (FMI). A la intentona de 1992 se llegó con un crecimiento económico del 9,5 por ciento, mientras que ahora Venezuela va a encadenar varios años de contracción: el FMI prevé que la economía venezolana caiga un 10 por ciento en 2015.
Chávez y quienes les secundaron en su golpe fallido (llegarían al poder por las urnas en 1999) alegaron el cuadro macroeconómico para intentar derribar al presidente constitucional. También adujeron la corrupción que se había instalado en una república en la que democristianos y socialdemócratas se repartían a turnos el gobierno. Hay consenso en que la corrupción hoy sobrepasa con creces a la de entonces. La organización Transparencia Internacional sitúa a Venezuela como el país más corrupto de Latinoamérica; en 2015 fue el noveno más corrupto del mundo, tras estados como Somalia, Corea del Norte, Libia o Guinea Bissau. Además está el hundimiento de la petrolera nacional, Pdvsa.
Falta de inversiones
El veterano economista José Toro Hardy indica que la compañía tiene una deuda financiera de 46.000 millones de dólares y una deuda comercial de 35.000 millones, además de otros 16.000 millones de pasivo, de forma que el pasivo total supera al activo. «Tengo dudas de que Pdvsa sea salvable», afirma. La falta de inversiones en los pozos, por otra parte, ha llevado a una ineficiencia en la extracción del crudo que supone desperdiciar cada año una cantidad de gas similar a la que consume España, según estimaciones gubernamentales españolas.
Aunque el Gobierno señala el descenso del precio del petróleo como causa de los problemas económicos del país, Toro Hardy advierte de que la evolución de la economía venezolana demuestra que las épocas de mayor crecimiento no fueron cuando el precio del petróleo era más alto. «Cuanto más bajos eran los precios, más se crecía porque obligaba a mayores inversiones en el sector y eso tenía un efecto multiplicador en otro sectores», afirma. «La caída del precio del petróleo, por tanto, no es la razón de lo que pasa ahora», concluye. Y añade que «los precios altos fortalecieron al Gobierno, pero no al país».
Aún no ha habido un estallido social por la dificultad de la oposición para movilizar el enfado y el control del Gobierno
La profunda crisis de Venezuela podría apuntar a un estallido social que, de momento, no se ha producido. Como motivos se aducen el propio carácter de los venezolanos, poco proclives al conflicto; la dificultad de la oposición para movilizar el enfado, y la intimidación y control ejercidos por el Gobierno. Ese control lo lleva a cabo el chavismo mediante la distribución de los alimentos del racionamiento en los sectores pobres que son más afines ideológicamente, cuya desafección podría provocar una revuelta, de acuerdo con una fuente que anteriormente se ocupó en el Gobierno de garantizar la alimentación a las bases chavistas. Esta persona calcula en menos de dos millones de individuos el objetivo prioritario en esa política del presidente Maduro.
Paralelamente, el Gobierno está tolerando que haya empresas que coloquen en el mercado algunos productos que no respeten el precio oficial. Son productos al alcance de pocos por su alto precio, pero al menos eso reduce algo el problema de abastecimiento de una parte de la población.
Pero esas medidas no bastan para resolver la crisis. «Para salir de la crisis el primer paso será requerir el apoyo de la comunidad financiera internacional», manifiesta Antonio de la Cruz, responsable de un análisis quincenal independiente sobre las reservas internacionales de Venezuela. Estas se encuentran en apenas 12.888 millones de dólares, el nivel más bajo desde finales de 2002. De esa cifra, solo 410 millones corresponden a reservas líquidas. De la Cruz destaca que la ayuda financieras de entidades como el FMI solo llegará si el Gobierno se compromete a ciertas reformas, hasta ahora rechazadas por Maduro.
Las empresas de España instaladas en Venezuela piden prudencia al Gobierno de Rajoy para evitar una escalada de tensión entre ambos países que acabe perjudicando los intereses comerciales españoles, de acuerdo con fuentes gubernamentales. Las propias compañías están procurando mantener un perfil bajo, que no dé ocasión a una confrontación que lleve a una ruptura diplomática.
Tienen muy mal recuerdo de la tensión vivida en febrero de 2015, uno de esos momentos en que Maduro acusó a España de estar tras una conspiración para echarle. Entonces los representantes en el país de Telefónica, Repsol, BBVA, Mapfre, Iberia, Air Europa y Meliá fueron convocados de urgencia al palacio presidencial. Allí se les avisó de que si no presionaban a Rajoy para que cesara en sus ataques al chavismo, serían castigados con una expropiación inmediata.
No hubo expropiaciones, pero la misma situación económica ha complicado las cuentas de esas empresas, que padecen un creciente endeudamiento por parte de las autoridades venezolanas, cuyo monto asciende a 8.000 millones de dólares.