La Guardia Civil desarticuló en Barcelona y otras localidades catalanas una banda de 12 narcotraficantes que había logrado esconder en dos trasteros casi 300 kilogramos de cocaína. Según ha podido saber este diario, la droga había llegado hacía pocos días en el interior de un contenedor que viajaba a bordo de un trasatlántico mercante procedente de Colombia, el país de origen de los dos jefes del grupo criminal.
Los traficantes lograron descargar el contenedor y sacar la cocaína de la zona franca del puerto sin levantar sospechas. La guardaron en dos trasteros que habían alquilado a dos de las empresas que ofrecen estos espacios. Una de estas está ubicada cerca del aeropuerto de Barcelona y la otra está situada al lado de la Ciutat de la Justícia en L’Hospitalet de Llobregat.
Droga escondida en muebles
El grado de especialización de este grupo criminal lo demuestra el elaborado ‘modus operandi’ que los narcotraficantes habían diseñado para transportar tal cantidad de droga sin ser descubiertos. Habían comprimido la cocaína en placas de modo que encajaba en el interior de la estructura de los muebles que trajeron para esconderla. La banda había tomado tantas precauciones porque no resulta sencillo traer la droga en un barco procedente de Colombia, puesto que las mercancías que llegan de este país a menudo son objeto de controles rutinarios porque se trata de una de las líneas más vigilada.
Los agentes del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidrogas de la séptima zona de la Guardia Civil llevaban más de tres meses siguiendo los pasos de este entramado de narcotráfico. Este martes, al abrir las persianas de estos dos almacenes y desmontar los muebles, se ha confirmado que las pesquisas apuntaban en la dirección correcta.
12 detenciones y ocho registros
El golpe contra la banda, liderado por la Unidad Central Operativa (UCO) y la policía judicial de la Guardia Civil, ha permitido arrestar a la cúpula, integrada por dos personas de nacionalidad colombiana, y a diez personas más que trabajaban bajo su mando. Tres de estos peones eran también colombianos y el resto tiene nacionalidad española.
En total se han producido registros en ocho residencias, además de los dos trasteros de alquiler donde estaba escondida la droga. Dos de las entradas han sido en Barcelona, dos más en L’Hospitalet de Llobregat y una quinta en Tarragona.
El juez que ha dirigido la investigación ha decretado el secreto de las actuaciones pero la operación policial no ha pasado inadvertida. De hecho, uno de los registros ha tenido lugar en un domicilio que dos de los traficantes, que vivían con sus respectivas parejas, compartían en la calle de Urgell, a la altura de Rosselló.
El despliegue policial ha contado con agentes GRS, policías de orden público de la Guardia Civil que participan en las operaciones realizando las entradas, las detenciones y, en último lugar, un cordón de seguridad que permite trabajar a los investigadores. El Periódico