El pacto, firmado en La Habana ante el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y varios presidentes de América Latina, estableció los procedimientos para que los rebeldes se concentren temporalmente en una veintena de zonas y entreguen las armas a la ONU en un plazo de seis meses tras el acuerdo definitivo como parte de su transición a la política.
«Que este sea el último día de la guerra», dijo el máximo líder de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, alias «Timochenko», antes de comenzar su discurso emocionado y con voz temblorosa tras la rúbrica.
Con el cese de hostilidades, las FARC renunciaron a más de medio siglo de lucha armada contra las Fuerzas Militares que ha dejado 220.000 muertos y millones de desplazados.
Durante la emotiva ceremonia en Cuba, donde las partes han estado negociando por más de tres años, el presidente colombiano Juan Manuel Santos estrechó la mano del líder guerrillero.
«Hoy por fortuna, con lo que se acaba de firmar, damos vuelta a esta trágica y larga página de nuestra historia», dijo Santos. «Hoy se abre un nuevo capítulo, un capítulo que nos devuelve la esperanza, que nos permite empezar a cicatrizar las heridas y que le da a nuestros hijos la posibilidad de no repetir la historia que tanto daño le hizo a nuestro país».
El pacto, denominado «Fin del Conflicto», incluye garantías de seguridad y la lucha contra las organizaciones criminales sucesoras del paramilitarismo, y la persecución de conductas criminales que amenacen la implementación de los pactos.
«Esto significa –ni más ni menos– el fin de las FARC como grupo armado», destacó el mandatario colombiano en su discurso.
El cese al fuego los dejó en el umbral de un acuerdo definitivo de paz, que Santos adelantó se firmará en Colombia y Londoño precisó que será en un plazo «relativamente breve».
Algunos en las calles de Bogotá festejaron la noticia.
«Tengo 76 años, viví esta guerra durante toda mi vida, nunca pensé que llegara el momento en el que estos ‘carajos’ firmaran la paz», dijo con los ojos llorosos Graciela Pataquiva, una profesora pensionada. «Estoy muy feliz, puedo decir que ya me puedo morir en paz».
MOMENTO HISTÓRICO
A pesar los obstáculos, el Gobierno y el grupo rebelde ya habían logrado acuerdos previos sobre mecanismos para dar acceso a la tierra a los campesinos pobres, la transformación de la guerrilla en un partido político, justicia, lucha contra el narcotráfico, desminado y búsqueda de desaparecidos.
Las partes ahora se concentrarán en lograr un consenso para que los colombianos ratifiquen el acuerdo de paz. Por lo pronto, las FARC se comprometieron el jueves a aceptar el mecanismo de refrendación que decida la Corte Constitucional.
«Estamos muy cerca de la firma del acuerdo final que pondrá fin al conflicto e iniciará la construcción de una paz estable y duradera», dijo Londoño. «Desde el principio sostuvimos que la firma de este acuerdo es la mejor oportunidad que tendrá nuestro país para enrumbarse hacia la justicia social y el progreso».
Pero uno de los retos para los colombianos será perdonar a los guerrilleros, un desafío para una sociedad herida por cinco décadas de violencia, atentados y secuestros por parte del grupo rebelde.
Cuba, representada por su presidente Raúl Castro, y Noruega son los países garantes en la negociación de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC, y sus funcionarios fueron los encargados de leer el pacto de cese al fuego. Chile y Venezuela han actuado como naciones acompañantes en el proceso.
Antes de la ceremonia, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, describió la firma del acuerdo el jueves como un momento histórico no sólo para Colombia, sino para toda la región. En La Habana también estuvieron el presidente mexicano Enrique Peña Nieto y el de República Dominicana, Danilo Medina.
Ayuda del exterior
Estados Unidos, un histórico aliado político de Colombia, felicitó al gobierno por el pacto que dijo representa un progreso importante hacia el fin del conflicto.
«Estaremos listos para ayudar al pueblo colombiano mientras trabaja hacia una paz justa y duradera», sostuvo la asesora estadounidense de Seguridad Nacional, Susan Rice, en un comunicado.
La Corporación Andina de Fomento (CAF) anunció el jueves que está estudiando aprobar créditos para Colombia por 1.500 millones de dólares para financiar proyectos productivos y de infraestructura cuando se haya firmado el acuerdo de paz.
La ONU acordó enviar observadores internacionales para ayudar en la verificación del cese al fuego y la dejación de las armas, así como la reincorporación a la vida civil de las FARC, el principal grupo rebelde de Colombia conformado por unos 7.000 combatientes.
Ahora las FARC buscan convertirse en una alternativa política en el país predominantemente conservador y en donde la izquierda ha sufrido históricamente una sangrienta persecución por parte de grupos paramilitares.
«Ahora que pactamos la paz, como jefe de Estado y como colombiano, defenderé con igual determinación su derecho a expresarse y a que sigan su lucha política por las vías legales, así nunca estemos de acuerdo», prometió Santos. «Esa es la esencia de la democracia a la que le damos la bienvenida». Reuters