Caracas| Cuando algunos niños empezaron a desmayarse en una escuela de un barrio humilde de Caracas, los maestros decidieron investigar lo que estaba pasando y pidieron a los 478 estudiantes de preescolar y primaria dibujar o describir su más reciente alimento y lo que creían que comerían después.
| En la imagen, el Dibujo realizado por un estudiante caraqueño donde se aprecia qué comió durante el día, jul 14, 2016. Reuters/Carlos Jasso
La respuesta fue abrumadora: algunos habían ido al colegio sin desayuno y otros creían que solo almorzarían pan, yuca o arepa, una especie de pan de maíz típico de Venezuela.
Varios dibujaron mangos y plátanos y un niño confesó que sólo se alimentaba a base de arroz con frijoles.
«No desayuné. Esperamos la comida», escribió un estudiante cuando se le preguntó por su primera comida del día. «Tengo fideos con mortadela de almuerzo. Tengo hambre», sostuvo.
Allí, en el colegio que lleva el nombre del sacerdote jesuita chileno José María Vélaz, quien a mediados del siglo pasado fundó la red de escuelas privadas Fe y Alegría, los síntomas de la crisis económica que enfrenta Venezuela se ven plasmados en los dibujos de cientos de niños con problemas de nutrición.
Venezuela entró en recesión económica en el 2014 y la inflación se ha acelerado hasta convertirse en una de las más altas del mundo tras el desplome del precio del barril de crudo, su principal fuente de ingresos, mientras miles de venezolanos deben hacer enormes colas casi a diario en busca de alimentos y medicinas que resultan escasos.
«Ha sido dramático todo lo que estamos viviendo», dijo María Hidalgo, de 59 años y quien trabaja como directora de la escuela. Añadió que uno de cada cuatro niños en su liceo no tiene una adecuada alimentación y que hasta profesoras se han desmayado por el hambre.
«¿Qué tipo de Venezuela vamos a tener en diez años?», se preguntó.
Final feliz… por ahora
Los críticos del Gobierno alegan que la crisis que vive el país, dueño de las mayores reservas de crudo del mundo, se debe al fracaso del modelo socialista impuesto durante 17 años por el fallecido Hugo Chávez y, desde 2013, por su sucesor político, el presidente Nicolás Maduro.
Pero Maduro asegura en que su administración es víctima de una «guerra económica» fraguada desde la oposición, con apoyo de empresarios y de Estados Unidos, a los que acusa de querer sembrar el caos para desbancarlo.
De hecho, Alexis Marín, presidente de la estatal Corporación Nacional de Alimento Escolar, negó que los niños estén recibiendo una alimentación inadecuada.
«Hemos salido fortalecidos porque con toda la guerra económica no pudieron contra el programa de alimentación escolar», dijo en una entrevista con el canal estatal VTV. «Hemos podido culminar el año escolar más fuertes que nunca».
Debido al revuelo causado por el desvanecimiento de los alumnos, la Asamblea Nacional de mayoría opositora aprobó días atrás un proyecto de ley que busca garantizar la alimentación escolar en un país donde los colegios públicos están obligados a brindar, al menos, una comida diaria a sus estudiantes, aunque muchas veces no pueden hacerlo por su magro presupuesto.
A pesar de todo, la situación de los niños en la escuela Padre José María Vélaz tuvo un feliz giro en días recientes, cuando una firma privada y una fundación local organizaron la fiesta de fin del año escolar.
Aquel día, cientos de pequeños se reunieron alrededor de un suculento sancocho, una contundente sopa con carnes, tubérculos, verduras y maíz, que devoraron con ansias. Reuters