tiempodehoy.com | La Guerra Civil española, como todas las guerras, fue una excelente ocasión para hacer negocios vendiendo material de guerra o suministros generales, pero también una ocasión de colocarse en situación de ventaja para un reparto del país entre aquellos que apoyaron al bando ganador. La corrupción y los negocios son el asunto menos estudiado del franquismo, según el historiador Paul Preston. Durante mucho tiempo, los franquistas admitieron que, como mucho, existiera corrupción alrededor del general, pero no que Franco fuera un corrupto, un asunto que se ha convertido en controvertido tras el descubrimiento del manejo de las cuentas de donativos de la guerra. A esto se sumarían las inversiones en negocios sobre los que actuó su Gobierno.
En los archivos que ha consultado esta revista pueden encontrarse otras relaciones de empresas con Franco, como un cheque de 100.000 pesetas donado por Minero Siderúrgica de Ponferrada en la cuenta de donativos a disposición de Franco en la sucursal del Banco de España en Salamanca. En estas cuentas de donativos también se encuentran los apuntes de una aportación mensual de 10.000 pesetas de la Compañía Telefónica Nacional de España a la conocida como “Suscripción Nacional”. El 27 de noviembre de 1936 la Cámara de Comercio de Salamanca, donde había triunfado el levantamiento militar, también realiza un ingreso de 287.446 pesetas.
Tras la guerra, las cuentas de donativos de las que disponía Franco se nutrieron igualmente de la editorial Espasa Calpe. Se trata de los ingresos obtenidos por las ventas de un libro titulado Jesucristo, cuadros evangélicos, una iniciativa por la que el dictador mandó editar una reproducción de obras de arte que se encontraban semiabandonadas tras la guerra en el Palacio de Riofrío (Segovia) y que los ingresos fueran dedicados a la reconstrucción nacional. Uno de esos ingresos, en octubre de 1946, fue de 39.368 pesetas.
Todavía hay elementos oscuros respecto a estas cuentas, como un apunte realizado el 13 de marzo de 1953 en el que por indicación de Franco se recibe solo un dólar desde el First National Bank of Boston, cuenta de la que no se tienen más referencias ni se conoce el sentido de enviar tan poco dinero. Otro caso es el de las cuentas en el exterior, como el cheque por 50.000 francos a cargo de la Societé Générale en París que se ingresan en la cuenta de Carmen Polo en el Banco de España. También es una incógnita por qué las cuentas de donativos de la guerra siguen recibiendo ingresos después de que esta haya finalizado. Uno de los más importantes es de 1,6 millones de pesetas que fueron ingresados en 1946 en la cuenta abierta en la oficina central del Banco de España en Madrid. Entre las inversiones que acometen Franco y Carmen Polo de forma particular destacan los bonos de la Compañía Hispano Americana de Electricidad (Chade). Los intereses se ingresaban en una cuenta en el Banco de Vizcaya, pero luego estos ingresos se realizaban en el Banco de España. Los bonos que tenía el dictador en Chade, y otras inversiones como las descubiertas por esta revista en la empresa Saltos del Sil son significativos por cuanto la primera fue intervenida y disuelta por el Gobierno de Franco y en la segunda, que construía pantanos que Franco inauguraba, este había contado con información a través de los servicios de inteligencia, como ya publicó esta revista en anteriores reportajes sobre el archivo personal del dictador.
Chade tuvo una gran relevancia en el franquismo. Era la tercera empresa del país y sobre ella puso sus ojos también Juan March. Este realizó una serie de maniobras para hacerse con ella. En un documento que se encuentra entre los papeles privados de Franco se puede leer un informe de una conversación con el financiero en el que se advierten las maniobras para hacerse con ella mediante el ataque a Joan Ventosa y Pablo Garnica, accionistas de la empresa. March acusa a Ventosa y afirma que este “ha querido estafar muchos millones con las llaves del Estado” ya que, según sostenía en este informe, “hace tres años que en un balance de la Chade desapareció una partida de 15 millones en oro” que no pudieron justificar y que no tuvo consecuencias criminales.
March los señala como los promotores de un manifiesto a favor de don Juan, el abuelo del actual Rey, y afirma que “hay que hacerles saltar de sus puestos de mando financiero para que nadie les haga caso”, ya que les señala como personas influyentes fuera de España y en varios ministros de Franco. Tanto como para promover que los bancos se hagan con acciones de Telefónica, con grandes ganancias y le atribuye a Garnica la frase de que él no tiene la culpa “de que el Gobierno esté constituido por una partida de indocumentados”. March continúa acusándoles de promover el cambio a una monarquía “porque les es indispensable drenar dinero al exterior y esto solo pueden obtenerlo con la monarquía”. El Gobierno decidió finalmente intervenir Chade en 1947 y disolverla en 1948.
Por otra parte, un documento que se encuentra entre los papeles privados de Franco en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca que revela TIEMPO cuenta cómo la poderosa empresa automovilística norteamericana General Motors se afana en vender material al bando franquista y pretende conseguir en España una posición prácticamente de monopolio una vez que termine la guerra. March sacó importantes ventajas en sus negocios con su apoyo financiero y sus gestiones a favor del bando franquista.
El contenido de una carta entre dos directivos de General Motors tras un viaje a España describe cómo esta empresa emprende un plan para recuperar el negocio en España, ya que han perdido el contacto con sus vendedores con el comienzo de la guerra. Tras decidir sobre quién será el “contact-man” con el Gobierno de Burgos y los nuevos encargados de ventas en el bando franquista, los directivos inician los planes para la venta de 10.000 unidades al Gobierno de Franco “y unas bases convenientes de cooperación con el grupo March”. Juan March fue el empresario más relevante en el apoyo y financiación del golpe militar del 18 de julio de 1936 y del bando franquista en la guerra. En la carta se cita que se prepara un convenio que ha sido negociado en las últimas semanas “con la gente del Gobierno y con March y su grupo”. Además, junto a la carta se remitió copia de los cablegramas “de lo que March ha firmado recientemente con nosotros”. Los directivos ya prevén quedarse en España ante un horizonte de buenos negocios y, como dice la carta, “desde luego presumiendo que Franco gana y que un régimen cómodo y estable siga a la victoria”.
El plan, según los detalles de las negociaciones con el grupo March, sería que este grupo debía tener el nombre, dirección de gerencia y control de General Motors en España. A esto se añadiría que March podría establecer inmediatamente un consejo de administración que, al ser considerado como industria nacional, tendría “las máximas ventajas para nosotros”. Se trataría de un modelo similar a lo que al cabo de los años pasaría con Seat, que fabricaba bajo licencia Fiat.
Por último, se alerta de que, tras establecerse como industria nacional, los créditos “son de lo más importante para que el plan tenga el apoyo y aprobación del Gobierno, colocando el enorme pedido de 10.000 unidades y los apoyos futuros sobre las bases más sólidas y ventajosas”. El apoyo de grandes empresas es fundamental en estos conflictos, como lo fue, por ejemplo, el del grupo Krupp a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Precisamente Krupp y también Fiat, tal como recoge este documento, han presentado planes similares que ambos “están seguros de empujar con todo su poder”. Chrysler también preparaba una oferta sobre la venta de 10.000 unidades. Los responsables de General Motors también destacan que su competidor Ford “no desperdicia una ocasión” y que “los camiones del nuevo Ford están en todas partes”. Según esta carta, Ford ofreció al bando nacional 1.000 unidades si Franco se comprometía a pagar 2,5 millones de dólares de deudas pendientes de toda España al pasar un año del cese de las hostilidades, aunque sin éxito.
Los directivos de General Motors son conscientes de que llegan a escena los últimos, pero que están en una posición de fortaleza “debido a la prominencia y entusiasmo del grupo March hacia nosotros para salir finalmente adelante”. Según el firmante de la carta, R.A. May, el convenio preliminar firmado “no nos da oficialmente un monopolio, pero ciertamente nos pone sobre la base”. Este termina su informe al director general: “Yo creo que España es un gran país, March y sus asociados están en lo cierto y que no deberíamos dejarlo pasar por alto esta vez”. Los camiones y automóviles que General Motors puso a disposición de Franco son considerados uno de los grandes apoyos que recibió este bando.