Aunque en EEUU se puede encontrar la mayoría de los medicamentos que se necesitan, el problema para los venezolanos es comprarlos. Las farmacias aceptan solamente dólares y en Venezuela el control cambiario establecido desde el 2003 , unido a la devaluación de la moneda, hace imposible comprar cualquier producto en el exterior.
Este es el reportaje de El Nuevo Herald sobre el periplo de los venezolanos en Florida para encontrar las medicinas que en Venezuela escasean
Daysi Santos acudió desesperada a la farmacia Locatel en Miami para buscar los medicamentos que necesita su madre de 70 años. Después de que sus familiares preguntaran en Venezuela, concluyeron que las medicinas que debe tomar su mamá para controlar la diabetes habían desaparecido del mercado.
Como Santos, cientos de venezolanos inmigrantes se dedican a la odisea de ubicar y comprar medicamentos que necesitan sus familiares ante la grave escasez que atraviesa el país suramericano, y que según la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven), se estimaba en un 85 por ciento en mayo.
El mismo mes que Fefarven publicó estas estadísticas, Oliver Sánchez, un niño de ocho años con un linfoma de Hodgkin, falleció tras varios meses en la búsqueda de sus medicamentos. Desde entonces, los medios de comunicación nacionales han reseñados otros fallecidos, pero no hay cifras oficiales.
En solidaridad, varias farmacias del sur de la Florida ayudan a suplir medicamentos a la comunidad, aceptando prescripciones médicas de doctores en Venezuela y en algunos casos, hasta enviándolas al país.
La farmaceuta de Locatel, Tania Faife, indicó que las leyes en el estado de la Florida permiten aceptar recetas médicas internacionales. Esa farmacia no es la única. En la Ciudad de Pembroke Pines, se encuentra Pharm-Aid, cuyo dueño Freddy Abreu, también vende medicinas para extranjeros que presenten sus prescripciones.
Sin embargo, ambos establecimientos resaltan que las recetas médicas deben especificar información detallada del paciente, del doctor que las prescribe y del medicamento solicitado. Locatel pide además entregar el documento a la farmacia, sea personalmente o por fax.
Según las leyes del estado, lo único que no se puede vender son los medicamentos fuertes para el dolor, tranquilizantes y otros psicotrópicos. Esto se debe a que se consideran prescripciones controladas, o las llamadas recetas moradas, que necesitan la orden de un doctor de Estados Unidos.
Sin embargo, no todas las farmacias de la Florida aceptan las prescripciones internacionales. En una visita a un establecimiento de CVS y otro de Walgreens en el condado Miami-Dade, los farmaceutas confirmaron que no las admiten.
Varios entrevistados aseguraron que han logrado conseguir algunos medicamentos sin presentar ningún tipo de prescripción (sea de un doctor en Venezuela o en EEUU) en farmacias de menor renombre en zonas populares del sur de la Florida.
Las medicinas no son las mismas
Suplir medicinas para otro país representa un nuevo reto para farmaceutas como Tania Faife: poder ayudar a los clientes cuando piden medicinas que no existen en EEUU.
Faife contó que el sistema de medicinas de Venezuela se parece más al europeo, por lo que muchos de los medicamentos solicitados no han sido aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Por esto, ha tenido que aprender y orientar a algunos pacientes y doctores venezolanos para ubicar medicinas que, con los mismos principios activos médicos, sí se venden en EEUU.
Este problema es mucho más común de lo que se cree y ocurre hasta con medicinas de extrema necesidad como para la hipertensión, las infecciones respiratorias o la diabetes. “La Buscapina nos la piden a cada rato”, dijo Faife como ejemplo, quien agregó que sí hay un medicamento antiespasmódico muy similar en componentes: Levsin (Hyoscyamine). Otro caso es el famoso Atamel (que se está pidiendo para aliviar los síntomas del virus de zika), que es acetaminofen y puede sustituirse por la marca Tylenol u otras similares. Al igual con el “Ibuprofen” que se conoce mejor aquí por la marca de Advil.
Aunque en EEUU se puede encontrar la mayoría de los medicamentos que se necesitan, el problema para los venezolanos es comprarlos. Daysi Santos se fue de Locatel con las manos vacías porque no tiene el dinero para pagar los $436 que vale el paquete de 60 pastillas que necesita su madre y que debe tomar de por vida.