A pesar de la creciente asignación de recursos que la industria financiera mundial destina a «compliance» (cumplimiento de las normas), no para de crecer el número de delitos económicos y fraudes cometidos por sus propios empleados.
En ese contexto, un 46% de las 1.513 entidades financieras encuestadas en un reciente relevamiento (revisión, investigación ) de la consultora PwC, fueron víctimas de delitos económicos en los últimos 24 meses.
La cifra, significativamente alta, supera el promedio general de organizaciones víctimas de delitos económicos, que ronda entre el 29% y el 36%, de modo que la industria financiera está particularmente afectada por estas prácticas criminales.
Y hay un dato importante: aunque el 58% de los fraudes fueron cometidos por actores externos a las entidades, el 29% fueron obra de su propio personal. De ese total, el 14% fue perpetrado por la alta dirigencia de las empresas.
«Los números nos demuestran que el sector siempre ha sido el predilecto de los ladrones de cuello blanco, pero las entidades no logran reducir el flujo de fondos sustraído en estos delitos», comentó al respecto Andres Sacurno, senior manager de PwC Argentina.
«Es momento de reevaluar cómo se utiliza cada peso que se invierte en prevención, dado que las amenazas son cada vez más sofisticadas y complejas de mitigar», sugirió a través de un comunicado.
Por otra parte, la encuesta reveló que el costo del fraude es cada vez más alto: el 53% de los encuestados informó que el gasto en la lucha contra la delincuencia económica era cada vez mayor.
El 46% de las víctimas sufrió pérdidas de hasta u$s100.000 (contra un 40% según el mismo estudio de 2014), y casi el 25% soporta desde hace cuatro años pérdidas entre u$s100.000 y u$s1 millón.
Como agravante, las medidas que implementan los bancos no arrojaron resultados alentadores. El robo de información privilegiada trepó un 6% y los ataques informáticos crecieron un 10%, a pesar que más de la mitad de las entidades aumentaron y estiman seguir aumentando el presupuesto que destinan a luchar contra los delitos económicos e informáticos.
«Claramente la tentación para delinquir es alta. Definir la línea que divide entre lo que está bien y lo que está mal no es suficiente, los líderes tienen que predicar con el ejemplo y actuar de manera íntegra a la hora de hacer negocios», dijo Sacurno.
También remarcó que no es menos importante, «asegurarse que los mandos medios también acompañen esa visión y resulten premiados aquellos que defiendan esos valores».
Desde PwC subrayaron que la lucha contra el fraude, la corrupción y los ataques informáticos, no es un tema estrictamente del área de «compliance» o de alguna otra área en particular, es una cuestión de toda la organización, de su cultura y de sus valores.