Crónica de la audiencia de supresión de evidencias del caso de los sobrinos Flores

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jackson-zach-photoDurante dos días, en presencia del juez, seis abogados y sus siete asistentes, dos fiscales de la oficina   de Preet Bharara y nueve testigos,  acudieron al salón 14C de la Corte del Distrito Sur de Nueva York Efraín Antonio Campos Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas. En esta instancia judicial se realizaron las  audiencias de supresión de evidencias, el pasado  jueves 8 y el viernes 9 de septiembre.

En la imagen, los abogados Randall Jackson y John Zach defensores de los sobrinos Flores

Narra la periodista Maibort Petit en su blogs que cuando llegaron los dos sobrinos de la primera dama Cilia Flores vestían los uniformes de presidiarios de color azul, correspondiente a los reos que no han terminado de ser procesados. En los dos días de audiencia llegaron a la hora, enérgicos y muy simpáticos.

El primero en entrar fue Efraín Antonio Campos Flores, que recién acaba de cumplir 30 años de edad. Lucía alegre, jovial, seguro de sí mismo y atlético. Algo que nos llamó mucho la atención fue su inglés «bastante desenvuelto», lo que le permitía conversar todo el tiempo con su abogado John Zach quien estuvo a su lado a lo largo de las dos maratónicas jornada.

Por su lado y separados sólo por una silla que ocupó uno de los abogados estrellas del grupo, David Rody, estaba Franqui Francisco Flores de Freitas, quien ciertamente dio un cambio radical a su apariencia física. Estaba muy bien acicalado, perdió mucha peso, mostraba una musculatura recién adquirida dejando ver un tatuaje en su brazo izquierdo. Estaba pálido por falta de sol, pero se veía saludable. No mostraba los mismos niveles de alegría de su primo y a lo largo de dos días de audiencia, «Francisco», como lo llamaba el narcotraficante «El Mexicano», se mostró nervioso cada vez que los testigos mencionaron su nombre en el estrado.

Todo parece indicar que Flores de Freitas no maneja aún en inglés o al menos no tan «desenvuelto» como Efraín. Se hizo acompañar por su nueva abogada latina, Elizabeth Espinosa que le contaba en español -detalle a detalle,

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Empieza la sesión, se abre el telón

Eran ya las 9:45 de la mañana del día jueves 8 de septiembre. La tropa de abogados daba carreras de última hora. Durante los dos días, la corte colocó un puerta de seguridad extra para entrar a la sala del magistrado Paul Crotty. Nada usual. Cuando preguntamos a qué se debía tanta repliegue, uno de los agentes nos confesó que era por la seguridad de los testigos que serían interrogados en el caso «especial» de los primos Flores.

Empieza el desfile de testigos

Primer testigo llamado por la fiscalía fue el agente de la policía haitiana que le puso las esposas a los acusados. Estuvo acompañado por una intérprete. El oficial, cuyo nombre no fue revelado por razones de seguridad, explicó frente al juez que trabajaba para la Unidad Antinarcóticos de la Policía de Haití por más de 3 años y fue instruido, por sus superiores, para trabajar en la operación de arresto de los dos acusados de delitos de narcotráfico.

Bajo juramento, el oficial haitiano informó los detalles de la llegada de los efectivos al hotel donde se hizo el arresto «como misión específica las autoridades haitianas», atendiendo una solicitud de los EEUU donde se solicitaba a los dos sujetos de nacionalidad venezolana.

El abogado Randall Jackson le preguntó cómo había sido el momento del arresto y «si había visto a los dos acusados nerviosos», a lo que el oficial respondió que: «Fue un procedimiento apegado a las normas de Haití. Los dos hombres no se resistieron al arresto, ambos colocaron las manos para ponerles las esposas y en todo momento nosotros nos identificamos como policías nacionales».

Jackson pidió mayores explicaciones sobre por qué usaba un pasa montaña en el rostro, y el oficial dijo que era «la vestimenta normal cuando se procedía en una operación de narcotráfico, donde la seguridad de los policías está en juego».

Jackson, un abogado agresivo y de verbo duro, replicó que sí no había percibido «el pánico de sus clientes, y la posibilidad que ellos creyeran que estaban siendo secuestrados debido a ser familiares directos de la pareja presidencial de Venezuela» a lo que el oficial dijo que «cuando los oficiales llegaron a la mesa del restaurante del hotel donde se estaban haciendo las negociaciones, se presentaron como la autoridades y les dijeron que iban a ser arrestados». Además, agregó, que los uniformes tenían las insignias que decían POLICE muy claramente.

Jackson quería sacarle el máximo de provecho al interrogatorio. Colocó a la vista del oficial una foto tomada el día del arresto, donde aparecen un grupo de seis oficiales uniformados, uno de ellos mirando hacia el frente y -por su equipos de seguridad y un chaleco- no se le ve la palabra POLICE. El resto de los efectivos estaban de espalda y se les veía la insignia perfectamente.

¿Por qué ese oficial no tiene insignia? Preguntó el aguerrido defensor.

«Es obligatorio usar el uniforme, es la ley, y nadie puede quitarle las insignias al uniforme sin ser sancionado», replicó el testigo.

Luego Jackson se enfrascó en preguntar una docena de veces la misma pregunta de las insignias obteniendo la misma respuesta en todos los intentos. Seguidamente, le pidió que narrara cómo habían llegado los policías al hotel, tratando de comprobar la tesis de la defensa, según la cual, fue la DEA y no la policía la que procedió con el arresto, o mejor dicho, «el secuestro».

El policía explicó que él había llegado al lugar en una patrulla con otros 3 oficiales. Reiteró que usaron máscaras por el tipo de operación criminal, y que siempre actúo bajo las órdenes de su supervisor, quien también portaba el uniforme. «Al hotel entramos tres oficiales y luego nos siguieron otros que vinieron aparte en otro carro, todos de la policía de mi país».

El testigo explicó que una vez arrestado en el hotel se dirigieron a la estación de policía para hacerles los registros correspondientes, que los policías no tuvieron interacción con los sujetos arrestados y que se procedió a tomarles la fotografía de rigor y a llenar las formas prevista para ese tipo de casos.

La recién estrenada abogada latina de Flores de Freitas, Elizabeth Espinosa insistió en que aclarara el número de oficiales que participó a lo que respondió: «No recuerdo si eran 7 u 8».

¿Cómo llevaban las armas?

-Una pistola en la pierna y el arma de asalto en las manos, como suele ocurrir en estos casos. No teníamos otro tipo de armas.

¿Es usted esa persona que aparece en la foto? Preguntó Espinosa.

-No lo sé. Se parece a mí pero no estoy seguro de ser yo. No sabía que habían tomado esa foto.

¿Por qué los uniformes no tienen insignias?

-Yo le veo las insignias. Es obligatorio. Nadie puede quitarles las insignias. Nadie está autorizado para hacerlo.

¿Habló usted con los acusados?

No. Solo mi supervisor que habla español y fue quien les explicó claramente que estaban siendo arrestados por una acusación en su contra.

¿Estaban agentes de la DEA con ustedes en el arresto?

No. Sólo estábamos los oficiales de la policía. Mí supervisor estaba en la patrulla conmigo. Los agentes de la DEA estaban en la estación. No fueron al hotel con nosotros en los carros de la policía. Desconozco cómo era la movilización de los agentes de la DEA.

Así prosiguió el interrogatorio para buscar elementos que permitieran probar la tesis de secuestro. El oficial explicó en múltiples oportunidades que actuó bajo órdenes, que eran una operación de arresto, que usaron uniforme y que los agentes de la DEA no habían intervenido con ellos aquel día.

Luego le preguntaron que sí sabía quiénes eran los arrestados y si no habían pensado en lo desconcertante que era para esas personas ser arrestados en un restaurante. El oficial explicó que su supervisor había hablado con el manager del hotel sobre la operación para que estuvieran al tanto. Acotó que él hizo lo que tenía que hacer en el cumplimiento de sus funciones como oficial.

La fiscalía objetó y se concluyó así el episodio inicial de la jornada.

Lea lo que reveló el segundo testigo: El Agente especial Sandalio González y lo que ocurrió en la segunda audiencia en el  blogs de Maibort Petit

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