El pasado jueves 22 de junio, Una Ventana a la Libertad (UVL), organización que dirije Carlos Nieto Palma desde su fundación en 1997, dio a conocer el primer trabajo de investigación que se ha realizado en el país, con valor académico, sobre la situación de los derechos humanos de los privados de libertad en las sedes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), el Helicoide y Plaza Venezuela.
Un gran esfuerzo de UVL donde quedan al descubierto las graves violaciones de los derechos humanos de las personas que allí se encuentran. Aquí algunos detalles de esta investigación.
Para la realización de este trabajo que da a conocer las condiciones de reclusión en las celdas del Sebin, el equipo de investigación de Una Ventana a la Libertad acudió básicamente a fuentes vivas, algunas de las cuales estuvieron detenidas en los calabozos de esa institución. También fueron recopilados documentos impresos, fotográficos y audiovisuales. El trabajo de campo correspondiente fue desarrollado durante los meses de mayo y junio de 2017.
Para el momento en que se realizó el informe, el Sebin Helicoide tenía una población de 340 reclusos, 23 de los cuales son mujeres, siendo su capacidad real para 80 personas teniendo niveles de hacinamiento de 300%.
El documento indica que en el Sebin Helicoide el espacio total disponible para los detenidos es de aproximadamente 321 metros cuadrados. Esto indica que el promedio de espacio por detenido es inferior a un metro cuadrado por recluso
En el Sebin Helicoide 80% de la población recluida lo está por razones políticas y existe 20% de presos por delitos comunes, entre los que se encuentran Walid Makled y sus hermanos, los asesinos de Robert Serra y Eliécer Otayza.
En las celdas del Sebin Helicoide los detenidos corren permanentemente el riesgo de ser objeto de tratos vejatorios o crueles, y en ocasiones torturas.
La policía política de la dictadura de Maduro no tiene nada que envidiarle a la temida Seguridad Nacional de la también dictadura de Marcos Pérez Jiménez, entre los años 1953 y 1958; al comparar las prácticas perversas de ambas policías en el trato a los detenidos, vemos grandes similitudes entre ambas.
En líneas generales, los métodos de tortura detectados en la sede de Sebin Helicoide serían los siguientes: 1) Crucifixión: la persona es guindada de un objeto fijo mediante esposas, generalmente a un tubo o una reja, hasta que aporta la información requerida o confiesa algún delito. Para evitar las marcas, las muñecas son recubiertas con papel periódico o cinta adhesiva. 2) Ahogamiento con bolsa impregnada con alguna sustancia química como amoníaco o insecticida. 3) Ahogamiento con balde de agua o con un paño húmedo. 4) Golpes en las piernas con bates o palos de madera. Generalmente son infligidos en la parte anterior de los miembros. 5) Golpes a una persona envuelta en una colchoneta. 6) Choques eléctricos en los genitales o en otras partes del cuerpo. A veces, los métodos de tortura son combinados. Por ejemplo, se propinan golpes a una persona en “crucifixión”, o luego de ser ahogada.
Igualmente, el informe refleja que en el centro de reclusión de Plaza Venezuela hay siete celdas, existiendo para el momento del estudio solo tres reclusos, este recinto es utilizado para generar condiciones de “aislamiento celular” en las que las personas pierden la noción de temporalidad. Las celdas de seis metros cuadrados, además, están dispuestas de una forma tal que a los presos les resulta muy difícil comunicarse unos con otros, tiene dos características fundamentales: está bajo tierra y tiene una temperatura permanente que ronda los diez grados centígrados, por esto se le da el nombre de “la Tumba”.
Impacta en el informe el testimonio del activista opositor Carlos Melo de una de las celdas del Helicoide conocida como “Guantánamo” donde narra: “Este es un calabozo con unas 40 personas, donde estaban los acusados por los homicidios de (Robert) Serra y (Eliécer) Otayza (…) Hay acusados por el asesinato de una señora que luego descuartizaron. Allí la rutina es recoger y poner el colchón, ir al baño en la mañana y en la tarde, porque los Gamma no tienen urinario ni lavamanos. Su único aire es el del pasillo. Es oprobioso y malsano. Yo estuve ahí 21 días. También estaban unos proveedores de granos para el chavismo, Ramón Quijada y Oscar Pérez, de quienes creo que son presos políticos. También estuvieron trabajadores del Bicentenario Plaza Venezuela, junto a presos comunes, casi todos muchachos menores de 25 años. Todos dormíamos en el piso. A las 6:00 am un detective preguntaba a gritos quiénes van para el baño (…) Entonces recogíamos un pote de plástico donde hubo jugo, que llaman el bichetero, al que le abres un hueco para orinar allí cuando no hay otro remedio. Ese se convierte en una especie de hermano tuyo. Los más de 40 bicheteros quedan en una esquina del calabozo, y los que duermen cerca de eso la pasan muy mal. Pero la cosa no queda ahí: si no te queda otro remedio que ir al baño, hay un cuartico de 1 x 1,20 metros donde construyes un barquito con periódico, haces tus necesidades pesadas en él, lo metes en una bolsa pequeña, la trancas y luego la metes en otra bolsa que está en la puerta del calabozo, adentro, toda la noche. En las mañanas, alguien del grupo tenía que sacar las bolsas con los barcos y limpiar”.
Lea el informe completo www.unaventanaalalibertad.org
Fuente: Carlos Nieto Palma, defensor de DDHH