CCD Mientras el presidente Nicolás Maduro sigue aferrado al poder, la situación financiera de Venezuela se agrava día a día. Luego de que el presidente chavista ordenara una reestructuración de la deuda externa, la agencia de calificación financiera Moody’s rebajó el lunes la nota crediticia de la petrolera estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
La nota bajó a CA —operaciones de deuda altamente especulativas con señales de posible default— de CAA3 —riesgo crediticio—. La agencia alegó que el régimen incumplió el pago del pasado 2 de noviembre, cuando debía abonar mil 169 millones de dólares en capital por bonos 2017.
En lo que resta del año, el país petrolero deberá cancelar entre mil 400 y mil 800 millones de dólares de intereses de deuda de la República y de PDVSA. A eso se le suman deudas pendientes que debió pagar en octubre y tienen un período de gracia de 30 días.
En este contexto de «incumplimiento», la próxima calificación que podría recibir Venezuela es «D» (default) o «SD» (selective default). Esto va a depender de si deja de pagar todos los bonos —o algunos—, o si asume los intereses, pero no cumple con otras cláusulas.
Frente a este complejo panorama, una reestructuración comprensiva requeriría un minucioso estudio de las capacidades de Venezuela de obtener dólares.
Los últimos datos publicados de Pdvsa corresponden a 2016, año en el que la petrolera facturó 42 mil millones de dólares. Sin embargo, la empresa —ni el gobierno— detalla cuántos dólares quedaron después del ejercicio.
Teniendo en cuenta la ineficaz operatividad de la compañía, si el costo de extracción promedio hoy en día llegara a 20 mil millones, le quedaría la mitad. Esos 20 mil millones restantes serían la suma que hay para comprar importaciones y pagar intereses en dólares.
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