CCD En medio de la estampida que causó Venezuela entre sus inversionistas cuando convocó a reestructurar la deuda externa, algunos fondos han optado por mantener o incluso fortalecer sus carteras con papeles venezolanos, convencidos que la angustia de otros puede convertirse en una oportunidad.
Es una jugada a contra vía, planificada después de que el presidente del país petrolero Nicolás Maduro asustó a los tenedores de bonos este mes al invitarlos por sorpresa a negociar nuevos términos para unos 60.000 millones de dólares en títulos que Venezuela tiene en circulación.
La invitación surge en medio de una prolongada crisis económica que dejó al Gobierno con ahorros en mínimos históricos.
Pero el presidente socialista ha prometido que seguirá cumpliendo con las obligaciones como hasta ahora y este inusual comportamiento ha sido aprovechado por algunos inversores para apostar por la deuda venezolana, que muchos catalogan como basura, obteniendo así masivos rendimientos.
Hay quienes prefieren asegurar sus posiciones en bonos de Venezuela hasta el día que se produzca un eventual acuerdo, en una estrategia similar a la que optaron acreedores argentinos y les rindió buenos frutos el año pasado.
Sin embargo, reconocen que podría terminar en una larga batalla legal, que en este caso se complica con las sanciones que impuso Estados Unidos al país sudamericano.
Por lo pronto, los funcionarios de alto nivel que designó Maduro para negociar no dieron mayores pistas de sus planes, en una primera reunión breve y confusa que sostuvieron con acreedores en Caracas la semana pasada.
Mientras tanto, los tenedores de bonos han estado organizando llamadas en conferencias y hasta reuniones improvisadas en hoteles de Caracas para coordinar cómo formar grupos que puedan representar a la mayoría en caso de un eventual incumplimiento de pagos.
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