CCD | ¿Cuándo se jodió Venezuela? Sobre cómo el país con las reservas petroleras más ricas del mundo acabó sumido en la ruina, otra vez. Autor: Raúl Gallegos. Editorial Ariel, México 2016
Raúl Gallegos, periodista y escritor autor de esta obra que se adentra en «La verdad incómoda sobre Venezuela», nació en España y sus primeros años de vida transcurrieron en El Salvador. Concibió este libro mientras ejercía como corresponsal en Caracas para la agencia de Noticias Dow Jones y para el periódico The Wall Street Journal, cubriendo los temas de economía y especializándose en el área de los hidrocarburos; su conocimiento de ellos le ha permitido participar en varias oportunidades en debates de la cadena CNN.
Gallegos reconoce honestamente que: «Escribir un libro sobre las difunciones de la economía venezolana fue en algunos momentos una verdadera pesadilla.» No obstante, el fruto de su obstinado esfuerzo dio como resultado una muy original visión no solo de la economía sino de la propia idiosincracia de los venezolanos que se expresa desde el propio título de la obra, al incluir el término «jodió», propio del lenguaje coloquial en Venezuela y en el mundo de habla hispana.
Todo esa intención de escudriñar en la propia psiquis y entender el pensamiento económico del venezolano recorre la obra y marca la diferencia con los fríos análisis económicos colmados de cifras y de predicciones que solo consideran fundamentos académicos. Se adentra en el personaje de Antonio Arraíz, Tío Conejo, para explorar la picardía natural de sus compatriotas y su tendencia a buscar atajos para prosperar económicamente.
Incluye en la narración su propio anecdotario sobre la vida en la capital durante cinco años y cómo pudo él entretejer las relaciones necesarias para acceder a los actores principales que mueven la economía, en pocas oportunidades con aquellos que signan las políticas económicas desde el aparato del Estado, y la mayoría de las veces con quienes desde la empresa privada buscan sobrevivir al embate en su contra.
Gallegos destaca que entre las dificultades para concebir este libro estuvo la tendencia del chavismo de arrestar a periodistas o investigadores sociales bajo la excusa de ser espías gringos; otra traba consiste en no hacer públicas cifras tales como los índices de inflación, que ronda la hiperinflación, o los de crecimiento que pasaron a ser temas «políticamente delicados». El Banco Central de Venezuela optó por no dar conferencias de prensa y sus directores y funcionarios las evitan, al igual que evitan aparecer en público para no afrontar preguntas incómodas. Quien formula preguntas sobre temas de economía con sentido crítico es considerado «sospechoso».
Construye entonces el relato citando datos de organismos multilaterales, uno que otro de organismos oficiales, e informaciones publicadas por la prensa nacional e internacional cuyos corresponsales se mantienen atentos al desarrollo de la calamitosa marcha de la economía hasta llegar a la Venezuela de hoy donde «nunca hay de todo».
Un capítulo completo lo dedica al análisis de los antecedentes históricos que permitieron el acceso al poder del chavismo por la vía electoral. Un siglo de riqueza petrolera que aparece y desaparece con facilidad y ha deformado los hábitos de consumo y las creencias políticas de varias generaciones de venezolanos. Una retrospectiva histórica documentada con citas de Pérez Alfonso y en especial sobre sus reiteradas advertencias: «Vamos en retroceso mientras más gastamos» (JPA. Hundiéndonos en el excremento del diablo. Caracas: Editorial Lisbon, 1976); documentos del IESA y publicaciones de la Fundación Polar, entre otros.
Reflexiona Gallegos cuando analiza los gobiernos de Pérez Jiménez, Betancourt, Leoni, Luis Herrera, Carlos Andrés Pérez y Hugo Chávez: «Sucesivos gobiernos en Venezuela creían que el problema principal era llevar a las personas idóneas al poder que pudieran manejar el dinero de manera eficiente y responsable» y entra a comentar en profundidad el manejo de PDVSA y la parábola que significan los booms petroleros para la economía venezolana para lo cual se remonta al famoso primer pozo comercial perforado en Venezuela: el Zumaque.
Gallegos cita una entrevista de Henrique Capriles en la cual el dos veces candidato presidencial refiere que las lecciones de vida «explican por qué la moderación y la prudencia en el manejo del dinero en el hogar y en las finanzas del Gobierno es un anatema para los venezolanos. (…) Al final, los venezolanos se han acostumbrado a pensar que una subida de los precios del petróleo tarde o temprano arreglará las cosas, sin importar cuán mala sea la situación por la que atraviesan.»
Entrevistados de empresas privadas emblemáticas conforman el capítulo titulado «Negocios extraños»: Alberto Volmer (Ron Santa Teresa); Luis Vicente León (Datanálisis); Manuel Larrazábal (Empresas Polar). Comenta el funcionamiento de la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (SUNDEE); agrega el punto de vista del expresidente de Venamcham Melquiades Pulido y analiza la enorme rentabildad de la banca en Venezuela a la vez que refiere la experiencia de los banqueros Víctor Vargas (BOD) y Óscar García Mendoza (BVC).
Capítulo aparte es el referido a PDVSA que incluye una entrevista con Rafael Rodríguez, quien funge como hombre de confianza y mano derecha de Del Pino, quien está al mando de PDVSA, y otra con Luis Xavier Grisanti, presidente de la Asociación Venezolana de Hidrocarburos.
Concluye Gallegos su recorrido por la devastada economía de Venezuela con un hecho que en su opinión caracteriza el accionar de casi 20 años de «revolución bolivariana», cuando el 18 de abril de 2015 golpearon en la cabeza con un mango a Maduro durante un evento político en el estado Aragua. Una señora le enviaba así un mensaje al mandatario para solicitarle una vivienda, la cual le fue asignada al poco tiempo en un programa de televisión. Al igual que Chávez, Maduro hacía un esfuerzo por cumplir deseos de sus seguidores de la manera más pública posible a sabiendas de que esa manera personalista de manejar un país tiene claros beneficios políticos, pero entonces el presidente tiene que resolver gran cantidad de asuntos y no delega funciones, las metas a largo plazo dejan de ser importantes y termina centrando su atención de emergencia en emergencia, sin ninguna planificación, como si recibieran constantemente golpes de mango en la cabeza, en una igualmente continua labor de clientelismo político exacerbado con las llamadas misiones, en muchos casos mal enfocadas a un público que no siempre es el más necesitado, acota Gallegos, quien agrega: «Bajo la gestión del mago, el gasto en políticas públicas que generan mayor rédito político tiene primacía por encima de la inversión en infraestructuras y servicios básicos.» Luego detalla el caos reinante en esta y otras áreas de la acción de gobierno a la cual se une la ineficiencia, un efecto común en la “gestión del mango”, al igual que la nacionalización de empresas «que el chavismo adoptó en su intento por avanzar en sus ideas socialistas. (…) Cada iniciativa económica fallida dio paso a otra nueva» concluye Gallegos. Y así se llegó al desplome de la economía en el país más rico de la subregión y poseedor de las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo.
Autor: Iván Márquez Negretti