Hombres armados que en un tiempo pertenecieron al frente 48 de las Farc, y que abandonaron las filas guerrilleras en medio de un proceso de paz o fueron expulsados de las zonas veredales, hoy se mantienen en el negocio del narcotráfico en conjunto con el grupo delincuencial ‘La Constru’, en el Medio y Bajo Putumayo.
De acuerdo con el general Adolfo Hernández, dicho grupo está operando en zonas rurales de Puerto Guzmán, Puerto Asís, Puerto Caicedo y San Miguel, las mismas zonas donde se concentran las 25.000 hectáreas con cultivos de matas de coca y en donde la mayoría de campesinos se acogieron al Programa de Sustitución Voluntaria de Cultivos de Uso Ilícito.
“Hay una disidencia o grupo armado organizado residual del frente 48 de las FARC. Es indudable que hay personas que no se sometieron al proceso de paz, que desertaron de la zona veredal o que fueron expulsados por las Farc. Estamos trabajando con toda nuestra inteligencia para minimizar y neutralizar cualquier intención del grupo”, dijo el oficial del Ejército.
En el mismo sentido, el comandante de Brigada precisó que el grupo no busca atentar contra la infraestructura de la región y que la única intención de los 15 rebeldes es continuar con el negocio del narcotráfico en localidades donde tenían incidencia.
Expulsados inconformes
El Estado Mayor de las FARC, en su momento, expulsó de su organización a cinco comandantes que lideraban las disidencias y a través de un comunicado manifestó que la decisión se tomó con base en su conducta reciente que los llevó a entrar en contradicción con la línea político-militar propia.
Sin embargo, en un reciente comunicado emitido por las disidencias ubicadas en diferentes regiones del país, reafirmaron su desacuerdo a la negociación que se realizó en La Habana, Cuba e insistieron en que sus camaradas negociaron a su conveniencia los beneficios sin tener en cuenta sus principales logros conseguidos en tantos años de lucha revolucionaria.
El texto dado a conocer por los disidentes, permite analizar que las ofertas y garantías del Gobierno en favor de los guerrilleros rasos no son las mejores y ello habría llevado a cientos de hombres a mantenerse en la clandestinidad. Pero el gran temor de las comunidades respecto a la presencia de grupos disidentes se debe a la gestación de una nueva forma de dominio y control armado que conlleve nuevamente a la extorsión, el secuestro y otros delitos que se registraban en zonas rurales y urbanas del país.
Con información de La Nación