CCD Algunos están convencidos de que Venezuela terminará en la bancarrota y Nicolás Maduro, en el exilio. Otros sospechan que, a corto plazo, el mandatario se aferrará al poder canibalizando las reservas nacionales de oro.
Sin planes concretos ni acuerdos culminó la primera reunión del Gobierno de Nicolás Maduro con algunos de los 414 tenedores de bonos de la deuda externa venezolana y de la petrolera estatal PDVSA, celebrada este lunes (13.11.217) en Caracas para renegociar las condiciones de pago de obligaciones nacionales que superan los 90.000 millones de dólares. Según la Comisión de Finanzas del Parlamento, de mayoría opositora, la deuda total del país ronda los 150.000 millones y demanda abonos anuales de aproximadamente 10.000 millones. Y ese cálculo no incluye lo que se le reembolsa a China y a Rusia en el marco de convenios bilaterales.
Por si fuera poco, el mismo 13 de noviembre, la agencia de calificación de riesgo estadounidense Standard & Poor’s rebajó el nivel de la deuda soberana de Venezuela en moneda extranjera, convencida de que existe un 50 por ciento de probabilidades de que la nación sudamericana suspenda sus pagos otra vez en los próximos tres meses. Maduro sopesa la posibilidad de aspirar a la reelección en 2018; pero, a la sombra de semejante crisis financiera, ¿qué perspectivas de triunfo tiene? ¿No están contados sus días y los de quienes lo rodean? Las respuestas a esa pregunta varían.
La deuda externa venezolana
«Venezuela terminará cayendo en default y enfrentará serias dificultades para que le presten más dinero», augura Federico Foders, presidente del comité asesor del Consejo Económico Mundial (IWS), con sede en Berlín, al ser consultado por Deutsche Welle. En cambio, Alejandro Márquez Velázquez, investigador de la Universidad Libre de Berlín, no está tan seguro de que la bancarrota del país caribeño y la consecuente caída del régimen sean inminentes. A su juicio, la salvación de la élite chavista a corto plazo puede estar en las reservas nacionales de oro, por muy contraintuitivo que luzca el manejo que se ha hecho de ellas.
Lo heterodoxo en la administración del oro venezolano no radica en la decisión que tomó el difunto presidente Hugo Chávez (1999-2013) en 2012 de repatriar buena parte del tesoro que se hallaba en la Reserva Federal de Estados Unidos, en el Banco de Inglaterra y en el Banco de Pagos Internacionales, ubicado en Suiza. Alemania hizo lo mismo con sus lingotes. Lo que sí causa extrañeza es lo que Maduro ha hecho tras empeñar parte de las reservas de ese metal precioso a finales de 2015. A partir de ese momento, para poder cancelar cuentas pendientes, su Gobierno envió barras de oro a Europa valoradas en 1.300 millones de dólares.
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