‘Elenos’, colectivo chavista y ‘paras’ se pelean narcorrutas en frontera con Venezuela

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CCD. Veinte chalecos antibalas, escudos de protección a prueba de fusil y una Toyota Prado con el más alto nivel de blindaje, para desplazamientos especiales.

Esa es la nueva dotación de los oficiales de Migración Colombia apostados en el puente Simón Bolívar, el paso fronterizo entre Cúcuta y San Antonio del Táchira (Venezuela), que en los últimos dos meses se convirtió en un nuevo frente de guerra en el país.

La bitácora de los funcionarios registra que el martes 15 de agosto, a las 6 de la tarde, se sintieron unas primeras ráfagas de fusil, lo que obligó a cientos de personas a tirarse al piso.

La escena se repitió el 22 de agosto, el 11 de septiembre, dos veces el 20 de septiembre, el 6 de octubre, el 8 de octubre y el pasado 12 del mismo mes a las 3 de la tarde, cuando había mayor afluencia de personas ingresando a Colombia por mercado o con sus trasteos.

En total, van 13 tiroteos en el puente y en las poblaciones vecinas de La Parada, Puerto Santander, Los Patios, Villa del Rosario y Juan Frío (área metropolitana de Cúcuta), lo que llevó a un alto funcionario del gobierno de Santos a calificar estos incidentes como un tema de seguridad nacional, manejado confidencialmente por organismos de inteligencia y tres ministerios: Cancillería, Defensa y Comercio.

Aunque las autoridades se abstienen de señalar públicamente de dónde vienen las balas, de lado y lado de la frontera, EL TIEMPO tuvo acceso a informes que señalan a los responsables de los tiroteos indiscriminados, que afectan a la población civil y calientan aún más las relaciones con la convulsionada Caracas.

Un grupúsculo del Eln, un colectivo chavista y un nuevo grupo paramilitar se pelean el control de las narcorrutas y el trasiego de cerca de un millón de dólares al día en contrabando de gasolina, ganado, alimentos, oro y de personas. Además, después de Tumaco, esa región es la que más cultivos de coca tiene: 25.000 hectáreas.

Esa anarquía criminal la pagan los civiles, hay decenas de desaparecidos en la región de Cúcuta

‘Elenos’ y Boliches’
Oficiales de inteligencia señalan que son hombres del frente ‘Germán Velasco Villamizar’, del Eln, los que están detrás de ese botín

“Se supone que esa guerrilla está en diálogos y en cese del fuego. Por eso, la información se está manejando con prudencia y al más alto nivel”, le dijo a EL TIEMPO un oficial que también indaga si esa misma guerrilla ejecutó el miércoles a Aulio Isarama, gobernador indígena de un resguardo en el Chocó.

Pero en la zona no tienen duda de que hay balas del Eln en los tiroteos de la frontera.

“Esa guerrilla ha hecho pública su presencia en Venezuela y ha retomado su actividad en Cúcuta y Villa del Rosario», asegura Wilfredo Cañizales, cabeza de la Fundación Progresar, que investiga conflicto y violaciones de derechos humanos en la zona fronteriza.

Y agrega que ese grupo ejerce control social, ordena toques de queda, prohíbe fiestas y hasta impide que la gente se puede mover de barrio a barrio: “Esa anarquía criminal la pagan los civiles, hay decenas de desaparecidos en la región de Cúcuta”, puntualiza Cañizales.

Lo que hay detrás de los tiroteos en la frontera con Venezuela
Los ‘elenos’, liderados en Cúcuta por alias Silvia o Ana María, se disputan la zona con las llamadas Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL), conocidos como ‘los Boliches’ e integrados por al menos uno de los colectivos chavistas que participaron en la represión de las marchas de la oposición entre abril y agosto.

Se habla de mil hombres ‘enfusilados’ y concentrados en los estados fronterizos de Apure y Táchira.

“Son grupos binacionales conformados por disidentes de las Farc y por venezolanos. El gobierno de Maduro no actúa en su contra. Por el contrario, se prestan para que suceda lo que estamos viendo: plomo a toda hora del día”, asegura el diputado del estado de Táchira Franklyn Duarte.

Según informes de inteligencia de autoridades colombianas ‘los Boliches’ son liderados por ‘Jerónimo Paz’, y sus lugartenientes se conocen con los alias de Zacarías, Macaebo, Ernesto Guevara, Julián y Carlos Chileno.

También aseguran que han recibido entrenamiento de varios ex-Farc.

“Tienen nexos con gente de esa exguerrilla que les proporciona armas y logística. Han entrado en conflicto con el Eln por el control de las fuentes ilegales de financiación, especialmente por las extorsiones a ganaderos, empresarios y a la comunidad que transita por los pasos fronterizos”, se lee en uno de los informes.

Son grupos binacionales conformados por disidentes de las Farc y por venezolanos. El gobierno de Maduro no actúa en su contra

Un político, en la mira
Y hay un poderoso tercer actor en la zona.

El Ejército Paramilitar de Norte de Santander, banda criminal liderada por Luis Escamilla Melo, conocido con el alias de Cochas. Incluso su cabeza tiene precio: 30 millones de recompensa por su ubicación.

Esa banda criminal la integran en su mayoría los residuos de ‘los Rastrojos’, organización armada al servicio del narcotráfico que ya suma más de 50 personas en esa zona.

Actualmente se investiga si gente de esa estructura criminal, con la complicidad de un poderoso político local, fue la que llegó encapuchada al municipio de Puerto Santander el pasado 19 de octubre y asesinó a dos personas después de atravesar el río Zulia.

EL TIEMPO se abstiene de identificar al político hasta que sea judicializado por la Fiscalía. En todo caso, en esa investigación se señala que también habría complicidades de autoridades del otro lado de la frontera, de donde vinieron los encapuchados.

De acuerdo con Rocío San Miguel, directora la ONG venezolana Control Ciudadano, especializada en seguridad y defensa, Táchira es el estado más militarizado del el país vecino con un pie de fuerza de más de 15.000 efectivos.

Pero paradójicamente, no ha sido garantía de seguridad pues hay evidencia de que algunos efectivos corruptos de la Guardia Nacional Bolivariana y de otros cuerpos de seguridad han sido tolerantes con las bandas que se disputan pequeños pedazos de la frontera.

Por ahora, estas balaceras ya dejan al menos un muerto: Nohelia Salcedo, un ama de casa colombovenezolana de 33 años que murió tras recibir cinco impactos de fusil en los enfrentamientos del 6 de octubre, que se extendieron a trochas sobre el río Táchira.

Pero han hallado 10 cadáveres más desperdigados en la zona fronteriza, al parecer, víctimas de ajustes de cuentas.

Es la región con más coca después de Tumaco
El botín en esa región no es despreciable: entre narcotráfico y contrabando de gasolina, carne y alimentos, en esa frontera se mueve más de un millón de dólares al día. El Gobierno de Caracas calculó que cada día salen más de 30.000 barriles de gasolina hacia Colombia por el estado de Táchira. A la cuenta se le suman los peajes de los pasos fronterizos, en donde le cobran a la gente entre 10.000 y 30.000 pesos por su tránsito. En este capítulo es donde hacen presencia miembros de la Guardia Nacional Venezolana, a quienes acusan de corruptos.

Y hay otro mercado negro que se está abriendo, el de cobre y oro. Por Cúcuta se pueden mover 1.000 millones de pesos semanales en cobre, que provienen de explotaciones ilícitas en Venezuela y que son legalizadas en Colombia. Con el contrabando de ganado, se calcula que a Cúcuta entran a diario 250 cabezas y que las mafias mueven cerca de 10.000 millones de pesos al mes por la venta de carne y animales que no cumplen con las exigencias sanitarias.

En cuanto al narcotráfico, Norte de Santander acumula 25.000 hectáreas de hoja de coca, la mayoría en zona rural de Tibú, el segundo municipio con más narcocultivos después de Tumaco. Se calcula que al año se producen 70 toneladas de coca que se envían hacia África, Europa y Centroamérica por Venezuela.

El Tiempo de Colombia

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