La última brazada para rescatar 410 millones de dólares

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Foto Cortesía

CCD El venezolano Álvaro Gorrín huyó en su yate en 2009 tras la intervención del Banco Canarias, pero él y sus socios de la directiva no se resignaron a perderlo todo a manos del gobierno venezolano. Entre el apoyo de un influyente bufete neoyorkino y la pericia de Appleby para crear empresas en paraísos fiscales, el entonces prófugo de los tribunales venezolanos trazó una estrategia para

Álvaro Gorrín sabía lo que se venía encima. El presidente del Banco Canarias fue acusado de apropiarse de los fondos de sus ahorristas y asociación para delinquir poco después de que el gobierno de Hugo Chávez ordenara en noviembre de 2009 la intervención de ocho bancos señalados de manejar irregularmente sus fondos.

La leyenda urbana dice que a bordo de su yate se fue de Venezuela y terminó en las costas estadounidenses justo antes de que se le dictara prohibición de salida del país. Meses después el gobierno ordenó la intervención de Credican, otra sociedad mercantil de Gorrín, mucho menos conocida y a la que no liquidó de inmediato, como hizo con el Banco Canarias, al que dieron sepultura financiera apenas un mes después de su intervención.

Transcurrían los meses y Credican, aunque intervenida, seguía en pie, lo que supuso para Gorrín y sus socios la oportunidad de rescatar al menos algo de lo que quedó atrapado en el camino de hacer negocios en Venezuela: unas notas Lehman –o bonos Lehman- transferidos a Credican por parte del Banco Canarias valorados en 410 millones de dólares.

Con información de Aramandoinfo

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