CCD “Ni llegó en Navidad ni va a llegar en Año Nuevo”, se quejaba Miriam durante una protesta en Caracas por la falta del tradicional pernil de cerdo en las cenas de diciembre de los venezolanos, asfixiados por la escasez y la espiral hiperinflacionaria, reseñó AFP.
Pequeñas pero múltiples manifestaciones se han registrado en la última semana en zonas populares de Caracas y otras ciudades, una chispa encendida porque muchas comunidades no recibieron los perniles que el gobierno prometió a través de un programa de venta de alimentos a precios subsidiados.
El cuento del pernil
La empresa agroalimentaria portuguesa Raporal reveló este jueves que el Gobierno venezolano debe 40 millones de euros a varias firmas lusas por un cargamento de jamones navideños enviado en 2016 y dijo que desconoce que exista un sabotaje de Portugal sobre las exportaciones de este producto a Venezuela.
En un comunicado del que se hacen eco medios locales, la compañía explica que el Gobierno venezolano compró 14 mil toneladas de carne en 2016 por 63,5 millones de euros a un grupo de empresas portuguesas, entre ellas la propia Raporal, de los cuales todavía debe 40 millones. “Raporal no conoce ningún acto de sabotaje de Portugal sobre el abastecimiento de pernil de cerdo (jamones) a Venezuela y confirma que es Venezuela quien no ha cumplido puntualmente sus obligaciones de pago por los abastecimientos de 2016”, señala la compañía, que recalca que este año no ha suministrado nada a Venezuela.
El comunicado de Raporal se produce después de que el presidente de régimen, Nicolás Maduro, acusara el miércoles a Portugal de sabotear la importación de jamones por parte del Gobierno venezolano, que ha incumplido su promesa de repartir entre el pueblo este alimento tradicional de Navidad.
“¿Pero qué pasó con el pernil? Nos sabotearon. Puedo decirlo de un país, Portugal. Estaba listo, porque nosotros compramos todo el pernil que había en Venezuela. Todo lo compramos. Pero teníamos que importar y así di la orden y firmé los pagos. Pero nos persiguieron las cuentas bancarias”, dijo Maduro en una intervención televisada.
El ministro de Asuntos Exteriores de Portugal, Augusto Santos Silva, aseguró este jueves que el Gobierno portugués no tiene ninguna responsabilidad en el suministro del pernil en Venezuela, como aseguró Maduro el pasado miércoles.
De Portugal a Colombia
Por su parte ministro de Agricultura Urbana y jefe de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), Freddy Bernal, aseguró este jueves, que unas dos mil 200 toneladas de pernil se encuentran retenidas en Colombia.
“Le informo a Venezuela que dos mil 200 toneladas de pernil están retenidas en Colombia. El saboteo no sólo es de Estados Unidos (EE.UU.) al congelarle las cuentas a los que les venden comida al país, ahora el Gobierno colombiano desde hace siete días mantiene retenido los perniles en la frontera de Paraguachón” explicó a través de su cuenta en Twitter.
EEUU bloqueó la legada del pernil
El primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, rechazó que ciudadanos en el país manifiesten por el incumplimiento en la entrega de los combos de comida distribuidos por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Ratificó lo dicho por Maduro, sobre la supuesta responsabilidad de Portugal por no haber entregado los cargamentos de pernil que iban a ser vendidos a la población.
“Entonces le echan la culpa a Bernal, que es jefe de CLAP, que tiene un año sin dormir preocupado por la comunidad. Levantemos la cara y vayamos hacia adelante. ¿Ustedes creen que Nicolás, que ha hecho un esfuerzo, va a escurrir el bulto porque a algunos no les llegó el pernil?”, dijo en su programa semanal.
El dirigente oficialista aseguró que Portugal no entregó los perniles porque Estados Unidos así se lo ordenó.
“¿Por qué no llegó el pernil? Por el bloqueo que tenemos. Los portugueses se comprometieron, los gringos los asustaron, y no mandaron los perniles. Ahí estamos pariendo. ¿Por eso nos vamos a rendir?”, prosiguió.
Cabello agregó que estas acciones son coordinadas por enemigos del gobierno para dividir al chavismo. “Nos ponen a pelear entre nosotros. ¿Qué culpa tenemos si les llegó o no les llegó porque los gringos están bloqueando?”.
Cuatro meses sin CLAP
“Tenemos cuatro meses sin recibir las cajas de los CLAP (alimentos distribuidos por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción) y lo del pernil es un engaño”, declaró a la AFP Miriam Brito, de 40 años y madre de una niña de 7.
Un centenar de vecinos bloqueaba con cuerdas, viejos neumáticos y escombros una avenida en una barriada del centro de la capital. “Queremos la caja y el pernil”, se leía en un cartel de cartón que llevaba otra manifestante.
Junto a la hallaca, un tamal de maíz relleno con carne de res, pollo, aceitunas y uvas pasas, el pernil es el plato estrella de las comidas navideñas en Venezuela.
El ingreso mínimo de los venezolanos (salario más bono de alimentación) suma unos 450.000 bolívares (135 dólares a la tasa oficial y 4,5 dólares a la del mercado negro), lo que cuesta en la calle kilo y medio de carne de puerco.
Ello la hace inalcanzable para personas como Miriam, cajera en una pizzería cuyo sueldo apenas supera el piso legal.
Sin embargo, los CLAP comercializan el kilo a precios 30 veces menores.
“Nadie cree esos cuentos”
Si bien la ausencia del pernil ha sido el principal detonante de las últimas protestas en el país con las mayores reservas petroleras del mundo, las manifestaciones encuentran otros motivos en fallas en servicios básicos como agua y luz.
Así se propagan de polo a polo, desde la insular Porlamar en el norte hasta Ciudad Bolívar en el sur y desde Maracaibo, Barinas y Guanare en el oeste hasta Barcelona en el este, entre otras localidades.
Jesús Castellanos vive en el mismo barrio que Miriam y protestaba este jueves. “Prometió por televisión que iban a venir los perniles y ahora está echando el cuento de Portugal (…). La gente ya no le cree esos cuentos, ¡el pueblo no vive de puras mentiras!”, dijo este zapatero de 64 años.
Allí, relataron manifestantes, llegaron perniles insuficientes para satisfacer a las 300 familias de la comunidad, y fueron entregados en una rifa. “Es una burla”, se lamentó Miriam.