CCD Expertos del Grupo Ricardo Zuloaga elaboraron un informe en el detallan las graves fallas del sistema eléctrico en Venezuela, y explican que para la sociedad venezolana es prioritario disponer de un sector eléctrico que sostenga la reactivación del aparato productivo nacional, que apalanque el desarrollo sostenido del país y que contribuya con una creciente calidad de vida.
En el informe dicen que en todo sistema eléctrico, el área de Distribución es la responsable de la entrega final de la energía eléctrica a los diversos usuarios: industrias, comercios, residencias, oficinas y a servicios como agua, transporte masivo (Metro y aeropuertos), salud, educación, alimentación, alumbrado público, banca y comunicaciones, entre otros. Este suministro de electricidad se traduce en: Trabajo productivo, seguridad, mejores servicios y bienestar social. Es decir, el servicio eléctrico, más que suministro de energía, es “calidad de vida y soporte para el progreso”.
Recalcan que las decisiones erradas adoptadas para el sector eléctrico desde 1999, condujeron a que desde el 2006 la generación térmica disponible y el sistema de transmisión resultaran insuficientes para suplir la demanda de electricidad. Ese déficit, aunado a prácticas operativas riesgosas ocasionaron grandes apagones y con el transcurso del tiempo el servicio eléctrico ha derivado en constantes e interminables interrupciones que afectan negativamente a toda la geografía nacional.
Para solventar esa situación deficitaria, el gobierno inició la denominada revolución energética, destinando decenas de miles de millones de dólares. Sin embargo, el servicio eléctrico, lejos de mejorar, registra actualmente su condición histórica más crítica, a pesar que la demanda máxima y el consumo de energía han caído hasta valores similares a los registrados en el 2004.
Siendo las inversiones y las acciones de mantenimiento que se ejecutan en las redes de distribución, en alumbrado público y en los servicios al cliente, las que hacen posible que el usuario final valore la calidad del servicio, al destinarse las inversiones mayoritariamente a la instalación de nueva generación y en menor cuantía para algunas ampliaciones de transmisión y a la compra de bombillos fluorescentes, se dejó en minusvalía tanto a los sistemas de distribución, como a los servicios de soporte de atención rápida y directa a los usuarios y estos se han convertido en el “Talón de Aquiles” o punto débil del sector.