La trata de personas en Venezuela se incrementa por la crisis económica

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CCD Sin bien la trata de personas o trata de blancas es un flagelo casi tan viejo como la humanidad misma, las circunstancias imperantes en Venezuela, la grave crisis económica y la inacción por parte de las autoridades, han propiciado que el delito se incremente, tanto a lo interno como a lo externo, dado el cada vez más grande número de personas que huyen del país buscando aliviar la situación ejerciendo el oficio más antiguo del mundo, afirma la periodista Maibort Petit en su blog.

En su extenso trabajo Petit recoge testimonios y relata algunas de las numerosas historias que a diario se viven en el país de este delito que se ha incrementado de manera alarmante debido a la crisis que enfrentan los venezolanos.

La alarma es general. Los más afectados por este mal parecen ser los jóvenes que tratan de superar las adversidades que están obligados a vivir cada día. El futuro se pinta oscuro y los malos caminos parece abiertos.   

No. Ciertamente esta no es una historia original sino tanta veces repetida que hace que la misma se convierta en una alarma social que debe ser mirada con otros ojos por las autoridades de la comunidad internacional. Existen poderosas mafias de trata de personas o trata de blancas, como también se le conoce, que desde hace décadas opera en Venezuela donde sus tentáculos están firmemente prensados y se lleva a cabo abiertamente con la venia de los gobiernos locales y, especialmente, de los sectores poderosos de los estados Falcón, Lara, Zulia, Trujillo y Mérida. Es tal el problema de la llegada masiva de jóvenes venezolanas a las islas de Caribe, principalmente a Curazao, que se ha convertido en un asunto de discusión del gobierno local. Y es que a diario llegan a las orillas de varios puntos de la geografía curazoleña los pequeños peñeros que parten de las costas de Paraguaná, o del litoral central y descargan a las mujeres que, en muchas ocasiones, solo visten trajes de baños, para engañar a los guardacostas que vigilan la llegada de extranjeros al país caribeño.

En visita a la isla tuvimos oportunidad de conversar con dos jóvenes que llegaron a la isla por avión. Roxana fue la primera en darnos una entrevista clandestina, en un bar ubicado en una de las zonas más populares de la isla y donde trabajan muchas venezolanas, desempeñándose inicialmente como ficheras.

 

Una historia que se repite

Roxana nació en Maracaibo y me aseguró que la necesidad económica la llevó a salir del país. «Esto no es un secreto para nadie, la crisis lleva a buscar solución en otra parte. No es lo más fácil pero es lo que hay», dijo la joven de 25 años.

Roxana tiene dos niños y asegura que sus acciones buscan sobre todo conseguir dinero para poder alimentar a su familia y brindarles la seguridad económica que en Venezuela no puede conseguir.

Asimismo asegura que su familia sufrió una tragedia en Venezuela puesto que se les desplomó la casa. Eso ocurrió como a los cuatro meses de haber llegado a Curazao.

Confesó Roxana —quien es víctima de las mafias de trata— que a ella le ofrecieron venir al país bajo engaño ya que la promesa fue un trabajo en una barra vendiendo tragos en un bar a la orilla de la playa “y aunque pensé que no todo puede ser fácil, creí que podía ser posible una [buena] oportunidad”, dijo la mujer.

“Vi que la propuesta era la única salida a mano, aunque me preocupaba mucho la seguridad que a todas estas no existe en Venezuela. Pero la realidad es que llegué a Curazao con una deuda inicial de 1.300 florines (LNG)”.

— ¿De dónde se genera esa deuda?

— La gente que te trae aquí te paga el boleto por avión desde Venezuela a Curazao, te alquila los dólares que las autoridades migratorias de la isla exigen a los venezolanos para entrar al país, te busca en el aeropuerto hasta una habitación que te arriendan por un mes y comida. Todo eso cuesta 1.300 florines que es una deuda que debes pagar como punto prioritario del compromiso de trabajo.

Dice la joven que las promesas se desinflan desde el primer día, porque si bien es cierto que cuando llegan al aeropuerto las buscan, las llevan a donde vivir pero no hay comida sino que las llevan a los bares donde tienen que «fichar», “no te explican qué tienes que hacer ni te dan orientación alguna. Nada”.

Explica que una de las mafias de trata de blancas más poderosa de Venezuela funciona en Punto Fijo, estado Falcón. «Esa persona te entusiasma, te dice que en Curazao se gana bien, y que ella paga el pasaje, allá nos arreglamos y en una semana sales de la deuda, al mes te puedes ir a tu casa y resuelves 6 meses en el país.»

— Una vez que llegas a la isla te das cuenta que todo es mentira. Viven 6 mujeres en una habitación donde comparten camas, baños, cocina y todo. Además te obligan a pagar el agua y el servicio de electricidad que aquí es muy costoso.

Explica Roxana que en el aeropuerto en Venezuela los encargados de la mafia de trata de blancas les dan 1.000 dólares (alquilados) por los cuales deben pagar 100 dólares por servicio de alquiler.

Roxana no ha terminado de pagar su deuda por lo cual no ha podido liberarse de la mafia. Paralelo a ello, se ve obligada a trabajar en una barra, es ilegal.

Mariela es otra de las chicas que trabaja como fichera en el bar de Willemstad. Tiene apenas cinco meses en la isla y dice que su experiencia es diferente a la de Roxana. Nació en Coro, tiene 35 años y fue captada por una agencia en su ciudad natal.

Asegura Mariela que existe toda una organización de trata de blancas en el estado Falcón que, inclusive, coloca avisos en la prensa para captar nuevas víctimas y a muchas las transporta por lanchas desde la Península de Paraguaná hasta Curazao, arriesgando la vida de las mujeres que huyen de la aguda crisis económica que vive el país suramericano.

Explica que los lancheros transportan a personas y mercancía casi a diario. «Conozco a muchos que han tenido esa experiencia. Se montan en las lanchas, pagan a la mafia y los dejan en las costas en la madrugada o en la noche para así violar la vigilancia de los guardacostas».

Dijo que por ahora se queda en Curazao para trabajar en el bar porque no puede regresar, puesto que en Venezuela no tiene ni trabajo ni medios para sobrevivir.

Campo Alegre un prostíbulo amparado por la ley

Situado en un lugar privilegiado de la isla de Curazao, “Campo Alegre” es una enorme edificación que alberga a mujeres que se dedican a la prostitución y que cuentan con el apoyo del gobierno local.

A pesar de la seguridad, en nuestra visita a Curazao logramos entrar a la edificación y comprobar con nuestros propios ojos los desmanes que viven allí las víctimas las trabajadoras sexuales. Mujeres jóvenes que en su mayoría no pasan de los 30 años permanecían sentadas en las butacas que mostraban los años de uso, se resignaban a jugar con sus celulares esperando la llegada de un cliente que les permitiera junta el monto para pagar la habitación.

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