Rafael Ramírez: de zar del chavismo a perseguido de Maduro

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CCD De manejar por más de diez años la gallina de los huevos de oro del chavismo a tener una orden de captura en su contra. La caída del hombre que estuvo al frente de Pdvsa, la petrolera estatal venezolana, se ha dado por capítulos en una trama que se hizo evidente a partir de diciembre pasado, pero que se teje desde que el presidente Hugo Chávez enfermó. Hijo de guerrillero y criado en la izquierda, socialista, amante del Pétrus, elegante, hermético. Así es Rafael Ramírez.

En Venezuela ocurre como en cualquier país del mundo, que a cada gentilicio regional se le atribuyen unas características. A los andinos, los «gochos», que son los nacidos en los estados de Trujillo, Mérida y Táchira, se les conoce por trabajadores, educados, callados, discretos. Y el que hubiera políticos prominentes, incluso presidentes, de la región, ayudó a elevar aún más ese alto perfil del que gozan los habitantes de la frontera con Colombia. Ramírez es gocho, nacido en Trujillo, ingeniero.

Para muchos acólitos, antes de su defenestración, el gran gestor de Pdvsa al que se le atribuye lo dicho anteriormente. Para la oposición, el que dilapidó el dinero del petróleo y hundió a la que se consideraba una empresa modelo en un hoyo profundo en el que hoy también se sume el país.

Criado en el seno de una familia de izquierda, su padre, Rafael Ramírez Coronado, fue guerrillero, amigo de Alí Rodríguez Araque, líder guerrillero que luchó contra los gobiernos del llamado puntofijismo, el pacto que sellaron principalmente Acción Democrática y Copei para garantizar la estabilidad política —y asegurarse su turno en el Gobierno—, tras la salida del dictador Pérez Jiménez en 1958.

Araque luego fue sindicalista del mundo de petróleo para llegar a ministro de Energía y Minas en los inicios de Hugo Chávez. Fue de su mano que llegó Ramírez al Gobierno después de haber trabajado un breve periodo como ingeniero y haber estudiado en el extranjero. Entró en 2002 como ministro de Energía y Petróleo y en 2004 le añade el cargo de presidente de Pdvsa.

Cuenta el periodista experto en petróleo Andrés Rojas una anécdota que Ramírez contaba de modo jocoso. Por disposiciones legales, el ministro de Energía y Petróleo debía mandar instrucciones al presidente de Pdvsa y este contestarle. Así que Ramírez se mandaba carta a sí mismo en esos dos roles.

Rey del nepotismo
Para Hugo Chávez fue una mano derecha sobre quien puso la carga de la industria-motor-dependencia del país. El presidente le pidió que se cambiaran los estatutos de Pdvsa para que esta fuera una compañía no solo energética, sino también agroalimentaria. Así se creó Pdval en 2007, para distribuir alimentos de las enormes importaciones que hubo entre ese año y 2010 y que, por excesivas y mal gestionadas, dejaron entre otros escándalos el de Pudreval, montones de containers llenos de comida ya podrida en la aduana, a la espera de autorización para entrar al país.

Con Ramírez se monta el esquema de Petrocaribe. Ahí la oposición empieza una crítica que a día de hoy replica el fiscal designado por la Asamblea Constityente, el chavista Tarek William Saab: que Ramírez vendía petróleo con descuento, que lo regalaba. «Todo lo que pedía Chávez, se cumplía. Sobre todo desde el punto de vista social», cuenta Rojas.

A través de Pdvsa La Estancia tomó poder para sí, pero a través de su esposa, Beatrice Sansó. La Estancia, que era un centro cultural en el corazón de Caracas, empezó a tener distintos brazos y oficinas en todo el país, a canalizar ayuda de las misiones. E incluso, a ejecutar obras públicas, como el acondicionamiento del Bulevar de Sabana Grande o la Plaza Venezuela, ambos en Caracas. Sansó y Ramírez empezaron a tener más presencia y a sonar como pareja presidencial. Él, gestor, cara del mundo petrolero; ella, como primera dama, en la parte social.

Se dice que incluso él mandó a hacer encuestas sobre su nivel de rechazo. Porque uno de los talones de Aquiles de este altísimo, blanquísimo y siempre refinado en el vestir Ramírez, era su acercamiento con la gente. Un punto clave en un país caribeño donde los abrazos, achuchones, fotos y besos en campaña electoral están a la orden del día.

Su otro punto débil fue, a su vez, otro de sus tentáculos de poder. Su suegra, Hildegard Rondón de Sansó, exmagistrada de la antigua Corte Suprema de Justicia de Venezuela, es además experta en derecho administrativo y en todos los temas de expropiación y arbitraje internacional contra Venezuela. Y como tal, monta una oficina en Pdvsa que se encarga de estos asuntos. Ahí llega uno de los ‘impasses’ de los Ramírez-Sansó con los Maduro-Flores.

Chávez nombra como Procuradora General a Cilia Flores, la mujer de Nicolás Maduro. Ella quiere coordinar todo el tema de arbitraje internacional y petróleo, eliminar la oficina paralela de Pdvsa y quitar de en medio a la suegra de Ramírez. Pero finalmente Chávez decide que quedarán separadas.

Al enfermarse Chávez, estas diferencias y pugnas de poder aumentan. El día de la juramentación de Maduro como presidente, cuentan que en el coche que lo traslada para el acto, está él con Ramírez. Y que esa conversación sería clave para que en los meses siguientes aún se mantuviera dentro del poder.

Lo ascendió a vicepresidente económico. Y ahí hizo lo que le valió el principio de la estocada final. Hizo una gira en Londres y Nueva York hablando de que el país haría unificación cambiaria, apertura económica. «Y ahí entró en desgracia», cuentan varias fuentes. Pero tardó en concretarse. Aún tendría que pasar por Nueva York como embajador ante la ONU.

En 2016, la comisión de contraloría de la Asamblea Nacional —de mayoría opositora, elegida en 2015—, aprobó un informe en el que se acusaba a Ramírez del mayor caso de corrupción del país, con 11 mil millones de dólares comprometidos.

Esta acusación es coincidente con la que ahora perpetúa su caída y que se hace desde el chavismo gobernante. El fiscal designado por la cubana Asamblea Constituyente, Tarek William Saab, afirma que bajo su mandato se suscribieron contratos irregulares desde la Oficina de Inteligencia de Mercadeo y Política Petrolera, filial de Pdvsa en Viena. Esto pudo haber generado pérdidas de al menos 4.800 millones de dólares.

No parecieron darse cuenta antes. Ha sido justo antes de las presidenciales cuando ha sido visible el asedio a él y sus cercanos. Como ocurre con Diego Salazar, su primo y también amante de la buena mesa y los caldos caros. Fue detenido por su presunta vinculación con el caso de blanqueo de capitales en la Banca Privada de Andorra.

El zarpazo final llegó esta semana, justo unos días después de que tras unos meses en vilo, por fin, Ramírez dejara claras sus intenciones: batirse en primarias con Nicolás Maduro.

Con información de elconfidencial.com

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