CCD Unos 3.200 militares de las Fuerzas Armadas participan hoy en un operativo contra el crimen organizado en tres favelas situadas en la zona oeste de Río de Janeiro, cuya seguridad está controlada ahora por el Ejército brasileño, informaron fuentes castrenses.
La operación, integrada también por la Policía, se desarrolla en las favelas de Vila Aliança, Coreia y Vila Kennedy, donde este miércoles fue asesinado un subcomandante de la Unidad de Policía Pacificadora (UPP), de 26 años, en un intento de asalto.
Los militares han establecido un cerco de seguridad alrededor de los puntos intervenidos, liberado vías y también han realizado diferentes acciones de estabilización en la zona, como ya hicieron el martes en otra operación en la favela Kelson’s, en la zona norte de la ciudad, señalaron fuentes del Ejército.
De acuerdo con la Secretaría regional de Seguridad, el espacio aéreo puede ser eventualmente restringido para aeronaves civiles en esa zona, sin que esa medida afecte al funcionamiento de los aeropuertos Santos Dumont y el internacional de Galeao.
El organismo remarcó que la operación se planificó antes de que el presidente brasileño, Michel Temer, firmara hace justo una semana un decreto mediante el cual intervino federalmente el área de seguridad en el estado de Río, tarea que dejó en manos del Ejército hasta finales de 2018.
La medida ya ha sido ratificada por las dos cámaras legislativas, entre las críticas de organizaciones sociales y sectores de la oposición que apuntaron a que la decisión responde a intereses políticos.
No obstante, Río ya contaba con la presencia de las Fuerzas Armadas desde mediados del año pasado, cuando el Gobierno brasileño envió un contingente de 10.000 efectivos del Ejército para reforzar la seguridad en el estado, si bien sus acciones, que han sido limitadas, no se tradujeron en un descenso de la violencia.
Ahora, con la intervención federal se espera acabar definitivamente con la ola de violencia que desangra a Río desde hace meses y que el año pasado causó 6.731 muertes violentas, entre las que se cuentan las de más de 100 policías y una decena de niños alcanzados por las llamadas «balas perdidas». EFE
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