Uno de los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes (Lista del 2012), fue condenado a cadena perpetua y a pagar 12.000 millones de dólares. El traficante de drogas Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, jefe del cartel de Sinaloa, pasará el resto de su vida en una prisión de máxima seguridad en las montañas Rocosas en EEUU.
Más allá de algunas fincas, jets y yates, el grueso de la fortuna que se le atribuye por haber traficado 500 toneladas de cocaína y mas de 400 toneladas de marihuana no ha podido ser ubicado, de manera que la recuperación de esa fortuna está en veremos.
De acuerdo a uno de los abogados del delincuente, “el gobierno (EEUU) no ha localizado ni un centavo de sus activos…Si no hay activos, no hay nada que pagar”, ha dicho.
Resulta insólito que la justicia de Estados Unidos con todas las herramientas financieras a su disposición no haya encontrado el dinero de El Chapo que, según testimonios durante el juicio, utilizaba cuentas bancarias y tarjetas de crédito. Más aún cuando en el pasado las autoridades han multado a bancos por haber participado en esquemas de lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas y, en especial, del cartel de Sinaloa. Fue el caso de HSBC Bank USA que tuvo que pagar casi dos mil millones de dólares a las autoridades de ese país por legitimar capitales provenientes del narcotráfico de su sucursal en México.
Cuesta creer que los millonarios montos con los cuales El Chapo adquirió propiedades en Nueva York, aviones y embarcaciones, vehículos blindados, armas de oro y un sinfín de lujos, estuvieron escondidos solo en cuartos oscuros. ¿Hay instituciones financieras que guardan los abultados depósitos del denominado delincuente más poderoso del mundo? Seguramente, sí.
«¿Hay instituciones financieras que guardan los abultados depósitos del denominado delincuente más poderoso del mundo?».
No basta con castigar los delitos cometidos por El Chapo, además es fundamental conocer detalladamente su riqueza, identificar a sus asesores financieros, encubridores y testaferros, saber a cuánto llegan las ganancias obtenidas, los procedimientos y complicidades para ingresar los ingentes dividendos a instituciones financieras. Es una labor de seguridad y de investigación que compete a los organismos del Estado.
Seguir las riquezas de El Chapo Guzmán es una labor que corresponde a México y Estados Unidos, pero también a muchos países de América Central y Suramérica. El cartel de Sinaloa tiene presencia en Canadá, Guatemala, El Salvador, Honduras, Belice, Ecuador, Costa Rica, Colombia, Perú, Chile, Argentina y Venezuela, obviamente, en alianza con grupos locales de la delincuencia organizada.
Un ejemplo del carácter global de este delito es el caso de Daniel “El Loco” Barrera, colombiano, traficante de drogas detenido en Venezuela y entregado a su país, desde donde fue extraditado a Estados Unidos. Se determinó que tenía nexos con el cartel de Sinaloa. En septiembre de 2011, la policía colombiana anunció el hallazgo de diez pistas clandestinas que eran utilizadas por Barrera para el envío de drogas y detalló que dos de ellas estaban ubicadas en territorio venezolano.
La periodista mexicana Anabel Hernández, autora del libro Los Señores del Narco, quien investigó en los expedientes de la Procuraduría General de México, nos narró, durante una conversación en Cartagena, que existen numerosos y documentados testimonios de narcotraficantes que hablan de conexiones entre los carteles de las drogas, principalmente el cartel de Sinaloa, con Venezuela.
«Existen numerosos y documentados testimonios de narcotraficantes que hablan de conexiones entre los carteles de las drogas, principalmente el cartel de Sinaloa, con Venezuela».
Informaciones de prensa aseguran que el Loco Barrera, quien logró acumular grandes riquezas ilícitas en Venezuela, ofrecía pagos en dólares a pilotos por transportar y entregar la mercancía a sus socios mexicanos, los narcotraficantes Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, del cartel de Sinaloa.
A Walid Makled, el más conocido traficante de drogas venezolano, también se le vinculó al Chapo Guzmán y al cartel de Sinaloa. Extraditado a Venezuela por Colombia, donde se había explayado en acusaciones públicas contra altos miembros del gobierno y de las fuerzas armadas de nuestro país, una vez en Caracas y después de numerosos anuncios sobre el juicio, prórrogas, pocas revelaciones y una discutida condena de 14 años de cárcel, su caso cayó en un total silencio. ¿Seguirá preso?, ¿Dónde está pagando su condena?, ¿Cuánto dinero logró acumular?, ¿Dónde lo tenía?, ¿Qué pasó con sus casas, haciendas, vehículos y empresas?
Si se lograra abrir las puertas de los sitios donde se encuentran las fortunas de los narcotraficantes, llámese instituciones financieras, en la forma de depósitos, bonos, primas por seguros o fideicomisos; en empresas de metales preciosos y energéticas, u otras compañías que generan grandes ganancias, con toda seguridad habría suficiente dinero para resolver muchos problemas sociales.
El Chapo puede haber caído en manos de la justicia, tal vez de forma definitiva, pero si no se desmantela la organización que creó con sus poderosos protectores, aliados y redes en el sector financiero y político simplemente será sustituido por otro capo – como ya está sucediendo con los denominados “Chapitos” – y el negocio ilícito continuará.
Solo el dinero mantiene a la delincuencia organizada. Quitárselo es vencerla.