El 10 de septiembre la autoridad de supervisión bancaria venezolana, decidió una medida de intervención administrativa contra el Banco Occidental de Descuento. Aunque Víctor Vargas, conocido como el banquero rojo por sus nexos con el régimen chavista, sostiene que se trata de una medida rutinaria y no de una intervención, las medidas en Venezuela agregan mas combustible a una situación que pareciera cada día mas grave.
La resolución de la superintendencia venezolana afirma que se trata de “…imponer medidas administrativas de intervención del Estado…”. A favor de Vargas habría que decir que la ley bancaria en Venezuela reconoce claramente entre medidas administrativas, a tomar cuando, por ejemplo, se presume que el banco tiene problemas de liquidez o solvencia (Artículo 81 de la Ley de Instituciones del Sector Bancario) y medidas de intervención, que se producen cuando un banco incumple sus obligaciones, sale de forma recurrente de la compensación bancaria o al momento que el banco pierde el 50% de su capital.
Esa modalidad de intervención, que esta normada en el Capítulo III de la Ley, está claramente diferenciada de las medidas administrativas. Esa diferencia entre medidas administrativas, donde los actuales accionistas conservan su poder de decisión, y medidas de intervención, en que la autoridad regulatoria asume la dirección, es usual en material de legislación bancaria.
La confusión, que algunos interpretan comoun auto gol de la superintendencia, se genera por la misma resolución del 10 de septiembre que habla de medidas administrativas de intervención, términos que no están contemplados en la ley. Eso motivó que el 13 de septiembre se publicara otra resolución, estableciendo que no se trataba de una intervención sino de medidas administrativas.
¿Un salvavidas de última hora?
Esa aclaratoria se producía en respuesta a problemas que ya eran muy evidentes para el mismo viernes pasado. El temor entre los depositantes se había manifestado desde la mañana del miércoles y el jueves Visa, tal como reportaba el periodista Casto Ocando, le había dirigido una comunicación al BOD notificando que, bajo régimen de intervención, las sanciones de la Office Foreign Asset Control (OFAC) contra Venezuela, impedían continuar dando servicios al banco, con lo cual se procedía a bloquear el acceso de autorización a las tarjetas de crédito y débito.
El auto gol es suficiente para desatar una corrida, aunque también puede tratarse de un salvavidas para contener un problema mayor. Lo cierto es con l»as medidas administrativas de intervención», la primera tarea de los funcionarios de SUDEBAN, ya in situ, es determinar las dimensiones del problema.
¿Es un asunto contagioso?
Es conocido que en materia bancaria, los problemas de liquidez y solvencia se diferencian solo de forma muy tenue.
Ningún banco, por sólido que sea, puede aguantar una corrida de sus depositantes, entre otras cosas porque liquidar los activos de manera apresurada, bien se trate de cartera de crédito o inversiones en títulos, para no hablar de activos fijos, puede ocasionar una importante pérdida de valor.
El supuesto de las “medidas administrativas de intervención” aludido por SUDEBAN es que las medidas adoptadas en Curazao contra Banco del Orinoco y en Panamá contra Allbank, ambas pertenecientes al grupo financiero BOD, pueden tener un impacto significativo en la institución venezolana.
Vargas ha sido muy hábil en colocar al grupo financiero en un frontera gris en materia de supervisión. El BOD no es el grupo financiero, aunque todas las decisiones bancarias se toman en la misma oficina. Un problema básico es que aun cuando se trata del mismo accionista, la superintendencia venezolana no tiene forma de ver los balances consolidados.
Para entender el impacto, hay que ponerle números a las instituciones involucradas. Todas ellas pertenecen al mismo accionista, comparten un equipo de dirección, pero se interrelacionan entre ellas a través de una compleja estructura.
El BOD, de acuerdo a las cifras de cierre de 2018, posee cerca del 19% del patrimonio del Banco del Orinoco NV, institución incorporada en la fusión con CorpBanca. Vargas, a través de participación propia y de su vehículo Cartera de Inversiones Venezolanas, es dueño de un bloque mayoritario que permite el control de ambas instituciones.
Además hay relaciones por todos lados de la hoja de balance. Hay garantías cruzadas entre préstamos y depósitos, custodios comunes pertenecientes al mismo grupo financiero, además de productos estructurados que hacen aun más complejo el asunto.
En términos de tamaño, utilizando la tasa de cambio implícita en los balances auditados en 2018, el Banco del Orinoco tenía activos por el orden de casi 1.200 millones de dólares, con un patrimonio de 332 millones.
La institución de Panamá, Allbank, es de mucho menor tamaño, con apenas 227 millones de dólares en activos. Las otras dos instituciones bancarias pertenecientes al grupo, Boibank, el banco con sede en Antigua, tiene más o menos 1.900 millones y Bancamérica, en República Dominicana, alrededor de 100 millones en activos.
Sin duda, esas cifras reflejan la tragedia de la economía venezolana, en la que el negocio bancario se ha reducido aun más que la economía.
Para colocar las cosas en perspectiva, el balance del BOD, evaluado a la misma tasa implícita en los balances auditados, tenía activos de 300 millones, con un patrimonio de 127 millones. Es decir, el 19% de participación en el Banco del Orinoco, registrado en el balance del BCV, si se castigase de forma adecuada, prácticamente se llevaría el 50% del patrimonio de la institución en Venezuela. Razones de sobra tienen la autoridades venezolanas para preocuparse. De acuerdo a la ley, la pérdida del 50% del patrimonio es precisamente un claro causal de intervención.
La intervención en Curazao
La medida de intervención en Curazao se tomó el 6 de septiembre, con una resolución del banco central que en la práctica cierra la institución congelando activos y pasivos.
La respuesta de Víctor Vargas es que el 3 de septiembre, tres días antes, ya la asamblea de accionistas del banco había decidido liquidar la institución y que, por lo tanto, la medida era extemporánea.
En el negocio bancario no existe tal cosa como decidir liquidar un banco y proceder a la liquidación. Para hacerlo se necesita autorización previa del ente regulatorio y, por supuesto, la presentación de un plan factible de ejecución.
Contrario a otras legislaciones, donde la superintendencia tiene plena autonomía para actuar, en Curazao un medida de intervención requiere de la aprobación de un juez. El banco central la había solicitado el 5 de septiembre y el juez la concedió el día siguiente, cuando finalmente se hace de conocimiento público.
No existe, como afirma Vargas, una controversia por quién liquida al banco. La explicación de Vargas pareciera ser un mal consejo de sus abogados. Los mismos del ex presidente del Banco Central de Curacao, despedido de la institución por presunción de manejos turbios, quien ahora aparece al lado del banquero venezolano, que seguramente le dio el pitazo de la medida. Las autoridades del ente regulador en Curazao tenían fundadas sospechas de que algo no andaba bien.
¿Cuál es el tamaño del hueco?
A cierre de 2018, el Banco del Orinoco tenía activos por el orden de los 1.200 millones de dólares. Con una cartera de inversiones que representaba cerca del 90% de ese monto. ¿Qué hay detrás de esas inversiones? Principalmente, activos que en su momento generaban altos rendimientos especulativos, que permitieron repartir altos rendimientos a los dueños del banco, pero que en 2018 implicaron una pérdida de casi 30% del patrimonio de la institución. La típica historia de las quiebras bancarias.
Víctor Vargas: el banquero que cruzó la línea roja de operador político del chavismo
No es casual, mas bien público y notorio, el peregrinar de depositantes del Banco del Orinoco tratando de sacar sus fondos. La excusa, en parte válida, el problema de los bancos corresponsales. Pero esa práctica de negar a los depositantes el retiro de sus fondos es una alerta roja para cualquier ente regulatorio.
Acostumbrado a jugar ping pong con la superintendencia venezolana, las autoridades del banco no le colocaron la atención debida, o lo que suele ocurrir en esas situaciones, siempre se apuesta a que vengan tiempos mejores.
El largo historial
Cualquiera que se tome el trabajo de leer los estados auditados del Banco Occidental de Descuento, un placer que tienen muy pocos acostumbrado a indagar en los balances bancarios, llega a la conclusión de la enorme debilidad del aparato de supervisión bancario en Venezuela.
Se trata de una larga colección de circulares de la superintendencia para corregir algunos asuntos y un numero igual de respuestas del BOD que permiten atrasar o evitar la toma de correctivos.
Fuentes consultadas, expertos en materia de supervisión, señalaron que es poco frecuente la cantidad de idas y venidas de circulares entre el banco y la superintendencia, por lo general el ente regulatorio ordena y la institución cumple.
El historial es largo. En 2008, Víctor Vargas entrega a Emilio Botín en representación del Grupo Santander, 150 millones de dólares en arras para adquirir el Banco de Venezuela, operación fondeada con recursos de los depositantes del BOD.
Para 2012 era evidente que Vargas había perdido esos recursos y la superintendencia le pide hacer un provisión por el 30% del monto sustraído al banco.
El ping pong de circulares y respuestas término beneficiando a Vargas, como en tantas otras ocasiones, mientras el banquero tenía vara alta en las esferas del régimen. La provisión debía hacerse en el mismo monto de la moneda en que se hizo la operación, o en su defecto, en base a una actualización monetaria que implicase un valor equivalente, pero la decisión final favoreció al banquero venezolano. La provisión se hizo como si nada hubiese pasado con el tipo de cambio y a los mismos bolívares de 2008. Posteriormente, hubo una disputa similar por el resto de la provisión y ésta no se realizó sino hasta diciembre de 2015, siete años después, al mismo tipo de cambio original. El resultado final del juego de ping pong: Punto para Vargas, cero para la superintendencia, -130 millones de dólares para los depositantes.
El solo castigo de la operación del Banco del Orinoco en los balances del BOD, implicaría la pérdida del 50% del capital del banco. Pero eso no es todo. De acuerdo a las notas de los auditores externos, el balance contiene títulos de deuda venezolana y de Pdvsa registradas a su valor facial. El ajuste por la diferencia entre el precio de registro y el precio de mercado, colocaría al banco con un patrimonio negativo, con lo cual la SUDEBAN debería pedir a los accionistas una re-capitalización inmediata.
Una trama de relaciones peligrosas
El grupo esta montando bajo una estructura de relaciones que estarían prohibidas en cualquier otra jurisdicción.
El banco en Antigua es el principal custodio de la otras instituciones. El tema de los custodios es complicado por cuanto suele ocurrir que esas instituciones, que funcionan como custodios de custodios, cuando se produce la caída de una institución no es muy fácil diferenciar el patrimonio de la institución del de terceros.
El riesgo aumenta de manera exponencial cuando el custodio pertenece al mismo grupo. El Banco del Orinoco funciona por ejemplo como custodio de activos de Allbank, pero a su vez el custodio del Banco del Orinoco es Boibank, quien a su vez tiene sus recursos en otro banco. Es por ello que las verdaderas dimensiones del problema de una institución bancaria no se conocen sino hasta cuando los interventores toman posesión del banco.
De acuerdo con lo que dijo el mismo Vargas en rueda de prensa, hay depósitos en Banco del Orinoco que sirven de garantía de créditos otorgados por el banco en Venezuela. También hay colocaciones de una institución en la otra que abre otras fuentes de riesgo.
El mismo tema de los custodios ha sido terreno de controversias entre el BOD y la superintendencia venezolana. Desde 2012, SUDEBAN le ha venido exigiendo al banco que cambie la custodia para el Banco Central de Venezuela. Ese requerimiento está presente, de manera recurrente, en una nota de los auditores externos desde esa fecha hasta el presente. Excusas van y vienen, pero lo cierto es que hasta el día de hoy, Boibank sigue ejerciendo la custodia de los títulos del banco.
El riesgo del grupo aumenta porque esa trama de relaciones, en que una dificultad en una de las instituciones se trasmite hacia la otras, se convierte en un efecto dominó. Eso disparó las alarmas ya en tres jurisdicciones y probablemente lo termine de hacer en las dos restantes.
Antigua es una isla pequeña donde Alan Stanford, uno de esos personajes modernos en el Top Ten en la historia de las pirámides bancarias, era recibido por el primer ministro cada vez que llegaba en su avión privado. La gran debilidad de la estructura de supervisión bancaria, tiene mucho que ver con la imbricación entre políticos y autoridades de supervisión.
Vargas disfrutó por mucho tiempo de protección y a veces también corrió con suerte, ¿conservará esas habilidades para escapar una vez más del agujero en sus cuentas rojas? Historia por verse.