El 5 de noviembre de 2015 cambió para siempre la vida del pueblo indígena Krenak, que tenía en el río Doce su fuente de vida. La rotura de una represa con casi 60 millones de metros cúbicos de residuos minerales les sumió a ellos y a miles brasileños en una depresión que se prolonga hasta hoy. Así lo reseñó EFE.
Cuatro años después de la «tragedia de Mariana», que dejó 19 muertos y un daño ambiental incalculable a lo largo de 660 kilómetros del río Doce, aún faltan por pagar la mayoría de las indemnizaciones y ningún responsable fue condenado o preso.
El líder indígena Ailton Krenak, de 66 años, asegura que desde la ventana de su casa aún observa restos del vertido tóxico que se precipitaron tras el colapso del dique de Samarco, empresa controlada por la brasileña Vale y la anglo-australiana BHP Billiton.
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«Los que no murieron, lo perdieron todo», afirmó.
El día del siniestro, el dique «Fundao» se vino abajo generando un tsunami de agua y residuos ferrosos que borró del mapa varias localidades: Bento Rodrigues, Paracatu de Baixo y Gesteira.
De acuerdo al informe, los habitantes afectados siguen a la espera de justicia, los cuales, según La Fiscalía de Brasil, son 700.000 personas aproximadamente.
Por otra parte, un estudio que publicó Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) comprobó la existencia de mercurio y plomo en peces del río en una cantidad por encima de lo tolerado para su ingesta.
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«La historia se repite…»
El pasado 25 de enero, otro dique minero, también con la empresa Vale como protagonista, se rompió y ocasionó una tragedia similar, aunque mucho más mortífera, dejando un saldo de 252 muertos hasta el momento, y 18 desaparecidos.
El ministro de Minas y Energía, dijo en mayo que «no hay represa segura» en Brasil.
