De acuerdo a un reportaje del Washington Post, en los tres años desde que Trump asumió el cargo, Rudolph W. Giuliani (abogado personal del presidente estadounidense), ha expandido su lucrativa consultoría extranjera y práctica legal, asumiendo clientes que abarcan todo el mundo: desde Turquía hasta Venezuela, Rumania y Ucrania.
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En los meses posteriores a que Giuliani se uniera al equipo legal de Trump, comenzó a conversar con un grupo interesado en influir en la política estadounidense en Venezuela.
Según el informe, en el verano de 2018, con cigarros y whisky en el Grand Havana Room de Nueva York, Giuliani se habría reunido con Lev Parnas (uno de sus socios) y dos ejecutivos de negocios estadounidenses con inversiones en el país, en busca de su consejo sobre cómo abrir un canal de comunicación posterior entre Trump y el líder socialista de Venezuela, Nicolás Maduro.
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Como parte de las conversaciones previamente no reportadas, Giuliani acordó ayudar a encontrar una manera de negociar con Maduro y alcanzar una solución diplomática al caos político y al colapso económico que afecta al país, dijeron fuentes familiarizadas con la reunión.
Para este verano, Giuliani había recogido a un importante cliente venezolano: el ejecutivo de energía Alejandro Betancourt López, quien contrató a Giuliani para ayudarlo a lidiar con una investigación del Departamento de Justicia sobre presunto lavado de dinero y soborno.
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Giuliani se alojó en la finca histórica de Betancourt en las afueras de Madrid en agosto.
Una ex funcionaria de seguridad nacional, declaró que John Bolton (actual asesor de seguridad nacional de Trump) le advirtió que no interactuara con el abogado del presidente y lo llamó «una granada de mano que hará explotar a todos«.