La causa iniciada contra el clan Blanco-Di Sipio fue el puntapié inicial que permitió descubrir a una banda dedicada a adulterar combustible en el conurbano bonaerense (Argentina). La investigación terminó con tres detenidos, acusados de formar una asociación ilícita. Así lo reseñó El Clarín.
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Los detenidos fueron identificados como Jorge Luis Mancini, Carlos López y Pablo Pagani. El fiscal federal ordenó 19 allanamientos que incluyeron ocho estaciones de servicio ubicadas en Zárate, Haedo, San Martín, San Miguel, Morón y Ramos Mejía.
Por medio de escuchas ordenadas para seguir los rastros de los integrantes del clan Blanco-Di Sipio, apuntado por lavado de dinero proveniente del narcotráfico, los investigadores advirtieron que una de las inversiones realizadas por la banda era la compra de estaciones de servicio. En esos comercios se toparon con otros delitos que debían ser analizados por separado. Entonces intervinieron el teléfono de Mancini.
Las maniobras, según se desprende de las evidencias incorporadas al expediente, eran tres: adulteraban gasoil, evitaban el control de la venta de GNC y modificaban los surtidores para que en la pantalla apareciera una cantidad mayor a la expendida.
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El clan Blanco-Di Sipio invirtió en estaciones de servicio del Conurbano en las que se realizaban maniobras ilegales con combustible.
Una de las trampas que realizaba la banda era utilizar «productos como JP1, biodiesel y aceite neutro, lo que les generaría grandes ganancias monetarias«, detalla el fiscal. El JP1 (una especie de kerosene) es una sustancia lícita, pero para venderla se necesita una autorización especial que este grupo no tenía.
La segunda maniobra consistía, según el fiscal, en la «extracción ilegal de GNC«. Para hacer esto utilizaban «una manguera de alta resistencia entre el caño alimentador que proviene de la calle…obviando de esta manera la fiscalización de metros cúbicos realmente consumidos». Lo hacían en dos estaciones de servicio en horarios en los que estaban seguros que no serían controlados.
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La tercera maniobra del grupo era adulterar los surtidores de combustible. Para ello, según los investigadores, colocaban un dispositivo al que se refieren como «biri-biri» o «perrito» que permite que la pantalla del surtidor de gasoil marque un porcentaje mayor a la cantidad de combustible colocado, con una diferencia de entre 5% y 8%.