Los reclutas ingresaron a un claro, donde un grupo de entrenadores con la popa de los sargentos de taladro estaban en una fila cerrada, ocultando algo.
«¿Cuántos de ustedes han matado a alguien antes?», preguntó uno de los instructores. Algunas manos se levantaron.
Los entrenadores se separaron, revelando un cadáver desnudo boca arriba en la hierba. Uno empujó un machete en la mano del hombre más cercano.
«Desmembrar ese cuerpo«, ordenó.
El recluta se congeló. El instructor esperó, luego se acercó detrás del aterrado recluta y le disparó una bala en la cabeza, matándolo. Luego, le pasó la espada a un adolescente larguirucho mientras los demás lo miraban atónitos.
El adolescente no dudó. Le ofrecieron la oportunidad de demostrar que podía ser un asesino, un sicario, lo aprovechó, dijo. Una oportunidad de dinero, poder y lo que más ansiaba, respeto. Ser temido en un lugar donde el miedo era moneda. Así lo reseña un reportaje del NY Times.
«Quería ser un psicópata, matar sin piedad y ser el sicario más temido del mundo», dijo, describiendo la escena.
Al igual que los otros reclutas, un cártel de drogas conocido como Guerreros Unidos lo había enviado a un campo de entrenamiento en las montañas. Imaginó ejercicios de campo, carreras matutinas, prácticas de tiro. Ahora, parado sobre el cuerpo, solo estaba tratando de reprimir el impulso de vomitar.
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Cerró los ojos y golpeó a ciegas. Para sobrevivir, necesitaba mantener el rumbo. El entrenamiento haría el resto, purgándolo del miedo y la empatía.
«Se llevaron todo lo que quedaba en mí que era humano y me hicieron un monstruo«, dijo.
En pocos años, se convirtió en uno de los asesinos más mortales en el estado mexicano de Morelos, un instrumento de los cárteles que destrozan la nación. Para 2017, con solo 22 años, había participado en más de 100 asesinatos, dijo. Las autoridades han confirmado casi dos docenas de ellos solo en Morelos.
Cuando la policía lo atrapó ese año, podría haber enfrentado más de 200 años en prisión. Pero en lugar de enjuiciarlo, las autoridades vieron una oportunidad, una oportunidad de separar el cártel desde adentro. Lo convirtieron en la pieza central de una operación policial fuera de los libros que desmanteló el cártel en el sur de Morelos, lo que resultó en el arresto y condena de docenas de sus agentes.
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Para los investigadores, era una mina de oro, un libro de referencia completo sobre la industria de asesinatos del estado. Para el sicario, el gobierno era un salvavidas.