Una de las peores cosas que se vienen haciendo en Venezuela desde Chávez en lo relativo al manejo de la Administración Pública, es el hecho de haber colocado a militares activos en cargos fundamentales de los asuntos civiles. Mi interpretación es, que tanto Chávez como Maduro se convirtieron en rehenes de un sector de la Fuerza Armada, y para mantenerse en el poder la forma que encontraron fue asignarles posiciones claves, muchas de las cuales tienen que ver con el manejo de fondos públicos. Uno puede discutir el hecho que un alto oficial de la FANB puede tener las competencias para gestionar eficientemente ministerios y sectores como el alimentario, la infraestructura, la electricidad o el petrolero. Un oficial con más de veinte años de formación en las distintas ramas del quehacer militar adquiere una destreza indiscutible en su campo, pero no en todos los campos.
El fracaso ha sido monumental. Citemos los casos de Jeese Chacón quien era una especie de todoterreno que tenía Chávez y a quien designó para cargos que pasaron desde el Ministerio de Información hasta el Ministerio de Energía Eléctrica. El General Carlos Osorio quien ocupó varias funciones pero donde la obra fue llamativa por lo malo fue como Ministro de Alimentación, previamente ocupada esta cartera por el General Rafael Oropeza. El General Rodolfo Marco Torres, cuya versatilidad ministerial lo llevó a desempeñar multiplicidad de cargos, siempre donde había dinero. El desastre del General Luis Motta Domínguez como ministro de Energía Eléctrica y presidente de Corpoelec, no tiene parangón. La obra del General Manuel Barroso en Cadivi, distribuyendo millones de dólares discrecionalmente puede reseñarse como una de la más protuberantes de la corrupción en Venezuela. Y para hacer corta la larga historia, el General Manuel Quevedo como Ministro de Energía y Petróleo y Presidente de PDVSA, es un caso de estudio por lo corto que le resultó el tiempo para terminar de hundir a la empresa estatal de petróleos.
Ahora en medio de la debacle de la industria petrolera y luego de fracaso tras fracaso, Maduro trajo a unos relevistas a dirigir la industria que pueden agudizar la crisis en lugar de solventarla. Nombró una comisión plenipotenciaria para rescatar la industria, con el agravante que ninguno de los designados conoce del tema. De nueve integrantes de esa comisión, cuatro son Generales: Vladimir Padrino López, Remigio Ceballos, Néstor Reverol y el fracasado Manuel Quevedo. Yo no dudo de las competencias de estos generales en el área de su formación. Los reportes que uno escucha es que tienen buena formación en su disciplina. Pero el petróleo es otra cosa. Acá no sirve el voluntarismo. Un gerente petróleo debe conocer aspectos técnicos, tales como la geología de los yacimientos, los aspectos ingenieriles asociales a la extracción de crudos y su refinación y además de política petrolera. Para eso se estudia. Nada de ello se aprende por ósmosis. Los militares de grados medios y altos que están en sus cuarteles deben estar bien preocupados por este doble rol que hoy cumplen muchos de los generales de mayores rangos.