Las bolsas mundiales se desplomaron este lunes y el petróleo alcanzó sus mínimos en cuatro años, en un contexto de pánico generalizado por el avance del coronavirus y a pesar de medidas de gobiernos y bancos centrales que no logran calmar a los inversores. Con información de AFP.
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El índice principal de Wall Street, el Dow Jones Industrial Average, se hundió 12,93%, su peor caída desde el lunes negro de octubre de 1987. En 20.188,52 puntos, está en su nivel más bajo desde febero de 2017.
El tecnológic Nasdaq en tanto, perdió 12,32%, a 6.904,59 unidades, en tanto el S&P 500 se enterró 11,98%, a 2.386,13 puntos, en una jornada en la que se suspendieron operaciones tras una caída de más de 7% de este índice ampliado donde cotizan las 500 mayores empresas de la bolsa de valores norteamericana.
Aunque durante la jornada los índices recuperaron algo de terreno, volvieron a caer al final del día cuando el presidente Donald Trump llamó a los estadounidenses a evitar cualquier reunión de más de 10 personas, para contener una epidemia que según él podría terminar a fines de julio o agosto en Estados Unidos.
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La explosión del número de casos en el mundo y las medidas drásticas de confinamiento impuestas en muchos lugares del planeta sumieron aún más a los inversores en el pánico, que alimenta el temor a una recesión mundial.
La Unión Europea (UE) cerró sus fronteras con el exterior durante treinta días para luchar contra la pandemia.
Así, en un continente donde el virus avanza rápidamente, en Madrid, el IBEX-35 cayó 8,27% (la más fuerte caída de las bolsas europeas); en Milán (Italia), el FTSE MIB perdió 6,1%; en París, el CAC 40 cedió 5,75%; Fráncfort cayó 5,31%; y Londres cerró con un retroceso del 4,71%.
El coronavirus desata la mayor fuga de capitales de los países emergentes
En América Latina, el derrumbe fue generalizado.
Al hundimiento de los mercados financieros se agregan estadísticas económicas que superaron los pronósticos más pesimistas, particularmente en China, segunda economía mundial detrás de Estados Unidos.
La producción china se contrajo por primera vez en 30 años y las ventas minoristas se derrumbaron.