En medio de la actual crisis global generada por la pandemia del Coronavirus, resulta un imperativo el tratar de ir levantando la mirada para procurar la construcción de un futuro de seguridad, bienestar y oportunidades para todos, a partir de la incorporación de las enseñanzas que va dejando hasta el momento este lamentable evento en el conjunto de la sociedad.
En primer lugar la comunidad internacional debe tomar debida nota de las evidencias sobre las condiciones de fragilidad de una sociedad, cuyos sistemas críticos fundamentales se encuentran en una alta relación de interdependencia, conectividad y vulnerabilidad ante los riesgos globales, complejos y sistémicos de naturaleza dinámica como el COVID-19, y que están sujetos a potenciales efectos cascadas; como ha ocurrido con los sistemas de salud, financieros, ambientales, de transporte, de alimentación, de información y comunicación, las cadenas de suministros, etc. Hechos estos que ratifican la importancia de cambiar el paradigma de la gestión de los desastres a la gestión proactiva y sistémica del riesgo en diferentes escalas espaciales y temporales; basado en el diálogo, la colaboración, la confianza y la solidaridad entre múltiples actores.
Particularmente, estimamos necesaria la integración de las experiencias acumuladas con el evento para fortalecer la gestión del riesgo futuro, en por ej.
– La prevención de ataques cibernéticos que pueden exponer a riesgo importantes sistemas interconectados, como consecuencia de la progresiva incorporación de la modalidad del Teletrabajo, el uso creciente de plataformas de comunicación (zoom, webex, skype, etc.), y el mayor volumen de transacciones digitales derivadas de las medidas de aislamiento temporal y separación o distanciamiento social previsto.
– La reducción de la vulnerabilidad de los países con respecto a las cadenas globalizadas de suministros esenciales en la atención de crisis.
– Fortalecimiento de los sistemas públicos socio-sanitarios, de abastecimiento de agua y saneamiento, y los de la industria alimentaria.
– Reforzamiento de medidas higiénicas en el hogar, en el trabajo, los espacios públicos y privados, y en los sistemas de transporte masivo.
– Reconocimiento de la importancia de contar con los Planes de Continuidad del Negocio para garantizar la adecuada respuesta de las organizaciones del sector público y privado ante situaciones de crisis.
– Mayor apoyo financiero para la Investigación y la Ayuda Humanitaria.
– Facilitación de mejores mecanismos de cooperación y comunicación entre Estados y particularmente entre la comunidad científica.
– Mayores medidas de control y vigilancia contra la destrucción de los ecosistemas y la reducción de la biodiversidad, para evitar la afectación de las barreras naturales entre el ser humano y los virus más peligrosos.
– Fijar la Prevención como política de Estado contra los Riesgos Globales.