Henry Jiménez: La Covid-19 manda a la industria petrolera a la UCI

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Henry Jiménez

La pandemia provocada por la Covid-19 ha desplomado la demanda mundial y el precio del petróleo. El intento de almacenar tanto crudo como fuera posible esperando la recuperación de la economía ha fracasado. Los espacios para guardarlo se acabaron y los buques que lo transportan se abarrotaron, mientras el coronavirus continúa golpeando.

El petróleo bajo cero. La tormenta perfecta se presentó cuando frente a la inminente pandemia desde el mes de febrero, declarada oficialmente por la OMS el 11 de marzo, Rusia y Arabia Saudita decidieron echar más leña al fuego inundando los mercados con más crudo de lo que se necesitaba. Cuando intentaron corregir mediante un acuerdo el 9 de abril ya era demasiado tarde.  Al paso de los días la demanda continuó cayendo y la oferta subiendo hasta llegar al «lunes negro» 20 de abril 2020 cuando los precios negativos aparecieron por primera vez. Lo insólito ocurrió: los comercializadores de crudo en Estados Unidos pagaban a los compradores de petróleo para que les quitaran el petróleo de las manos que por momentos bajó a menos de 40 dólares por barril.

Lo cierto es que el golpe que le ha dado el Coronavirus a la industria petrolera se parece mucho al que ha dado a toda la sociedad, una lección para no olvidar jamás. Ha sido un ataque sorpresivo y contundente, pero sobre el que había evidencias. Tal como lo advirtió Bill Gates en 2015, antes lo había hecho en un informe el Instituto Robert Koch (IRK) de Alemania. En efecto el IRK en 2012 hizo revelaciones como si dispusiera de una bola de cristal. De hecho, parte de una simulación en la que un virus de origen asiático bautizado como Modi SARS llega a Alemania. Para enfrentar esta hipotética probabilidad se elaboró un protocolo de actuación con lo cual se pudo responder a tiempo y evitar una catástrofe mayor. Esto explicaría por qué Alemania solo registra menos de 5 mil muertes frente a los más de 20 mil de España, Italia, Francia con ligeramente menos infectados. De hecho, presenta más casos que el Reino Unido, mientras ese país ya registra mas de 16 mil muertos.

Ahora bien, ¿qué tiene esto que ver con la actual crisis de los precios del petróleo ocasionada por la paralización global de la economía debido a la incursión en nuestras vidas de la Covid-19?

En el mudo empresarial, político, militar y sanitario, por referirme solo a algunos sectores, existen métodos, estrategias, planes de prevención y detección temprana de amenazas. En el caso de la industria petrolera, la amenaza se viene incubando, como la actual pandemia ignorada por muchos gobiernos, desde hace varios años debido a 5 razones fundamentales:

1. El petróleo, junto al carbón y al gas natural como fuente de energía fósil es el causante de al menos las dos terceras partes de las emisiones de gases contaminantes y por lo tanto del debilitamiento de la salud medio ambiental, del desequilibrio del sistema climático, del agujero de la capa de ozono y de la muerte de más de 4.5 millones de personas en el mundo debido a enfermedades respiratorias, por lo tanto, ya no representa una alternativa energética con la cual podamos seguir conviviendo. Debe ser reemplazado.

2. Como hemos entrado en la era de la electrificación donde todas las actividades industriales, económicas, residenciales, de movilidad, pueden realizarse con energía renovable cuyas tecnologías no solo han demostrado mayor eficiencia y menores costos, sino que representan una fuente hasta ahora inagotable a la disposición de todas las naciones de modo gratuito: el viento, el sol, los mares etc., es posible dar un viraje que nos conduzca a una sociedad mucho más igualitaria que enfrente con determinación a la pobreza y a la exclusión.

3. Las energías fósiles son propensas a inestabilidad, guerras y concentración de poder político y económico, dado a que obedecen a una lógica centralizada, mientras que las renovables responden a una lógica democrática, descentralizada y se enmarcan en la aspiración de la comunidad internacional de ir tras la senda del desarrollo sostenible y todo lo que ello implica.

4. Las fuentes fósiles actúan bajo reglas que imponen los mercados, con lo cual los precios están sometidos a los vaivenes políticos, económicos, a las estrategias que reflejan los intereses de las élites nacionales e internacionales. De hecho, esta no es la primera crisis de los precios del petróleo, quizás sí la peor como lo serán sus efectos. Cuando suben, los petro-estados se llenan de dinero y cuando bajan se endeudan y con ellos los niveles de pobreza y miseria superan la situación previa a la subida.

5. El petróleo y la crisis auscultada en su ADN que ya no responde a los patrones ni a las metas de una sociedad más verde y limpia, se está comportando como un virus. Cada mutación viene con un efecto mayor. Como se recordará a mediados de los 80 al desplomarse los precios, la OPEC alcanzó un recorte de la producción inimaginable para buscar que los precios se recuperaran, al punto que la redujo de 32 MMBD a 16 MMBD en 1985 y sin embargo los precios no dejaron de caer hasta llegar a 8 dólares. Esta situación nos condujo a una catástrofe económica, calificando la década de los 80 como la década perdida.

La recuperación de la industria petrolera, así como de la economía en general debe ser objeto de un gran debate global. Como sabemos el 80% del consumo energético proviene de la energía fósil, es decir, estamos parados sobre un volcán en erupciones intermitentes. El debate debe incluir con urgencia una ruta verde, un pacto verde para todas las naciones. Es importante asumir que es más costoso adaptarnos a los efectos de seguir quemando combustibles fósiles que producir un cambio hacia las energías limpias.

No hay tiempo que perder, o seguiremos dependiendo de las emergencias para que algo cambie. Si no vemos las amenazas y aunque viéndolas volteamos la mirada, más y peores tragedias vamos a padecer. Mucha razón tenía Georges Clemenceau cuando dijo «El hombre absurdo es el que no cambia nunca». Por ahora el petróleo sigue en la UCI.

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