Mientras la guerra en Siria continúa provocando estragos, comenzó en Alemania un proceso sin precedentes, el primero en el mundo por torturas en cárceles del régimen del presidente sirio Bashar El Asad. Supervivientes de los suplicios, asistidos por letrados sirios y alemanes, han logrado que dos presuntos criminales con rango se sienten en el banquillo del Tribunal Superior Regional de Coblenza, en el oeste del país, acusados de crímenes contra la humanidad. Con información de La Vanguardia.
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El juicio –que sus promotores calculan que durará un año, quizá incluso dos- se enmarca en el principio de jurisdicción universal, que permite a terceros países procesar a los perpetradores. La llegada en oleadas a Alemania de refugiados sirios escapando de una guerra que comenzó en marzo de 2011 ha propiciado que se celebre en este país. El Tribunal Superior Regional de Coblenza -uno de los dos tribunales de este alto rango existentes en el land de Renania -Palatinado- decidió iniciar las audiencias pese a las reglas de aislamiento social vigentes por la pandemia del coronavirus. En la sala se congregarían las personas indispensables, respetando la distancia de al menos 1,5 metros, y con el uso de mascarillas.
El acusado de mayor graduación es Anwar Raslan, de 57 años, ex miembro de los servicios secretos sirios, con rango de coronel, que desertó en 2012 y consiguió llegar a Alemania en julio del 2014. La casualidad quiso que en esas fechas se topara en un albergue de solicitantes de asilo en Berlín con el abogado sirio Anwar al Bunni, quien se fijó en su cara pero no le reconoció de inmediato. Meses después, ambos coincidieron de nuevo en unos grandes almacenes, y entonces Al Bunni lo identificó como el hombre que, según él, le detuvo y encerró durante cinco años en una prisión gubernamental de El Asad en la capital, Damasco.
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«Para mí esto no es un trabajo; lo hago por mí, por la vida, por la familia, por la siguiente generación, por toda Siria en el futuro», dice el abogado Anwar al Bunni, que tiene ahora 60 años, y que ha logrado que algunos de sus compatriotas supervivientes de torturas hayan decidido declarar. «El régimen usó la tortura para aplastar a la sociedad siria; las víctimas son héroes, contarán su historia y todo el mundo lo sabrá», continúa Al Bunni, que era ya un defensor de los derechos humanos en su país natal, y que aunque en Berlín no puede ejercer la abogacía, es una figura respetada entre los 700.000 sirios refugiados en Alemania.
La justicia alemana acusa a Anwar Raslan de ser responsable de la tortura de más de 4.000 prisioneros, y de la muerte de al menos 58, entre abril de 2011 y septiembre de 2012, en la cárcel de Al Khatib, en Damasco, de la que estaba al mando. El otro imputado es Eyad al Gharib, de 43 años, que supuestamente se hallaba a las órdenes de Raslan, y está acusado de cooperar en los crímenes. Ambos hombres fueron detenidos por la policía alemana en febrero de 2019. «Raslan no era un pez pequeño, era coronel y era el jefe del centro de detención; este proceso no es sólo sobre los dos acusados, sino que señala al régimen de El Asad, que tortura de modo sistemático», dice Anwar al Bunni cuando se le indica que los verdaderos altos cargos del régimen sirio no estarán en el banquillo.
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Los demandantes son ocho sirios –seis hombres y dos mujeres-, representados en el juicio por Patrick Kroker, abogado alemán del Centro Europeo por los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR), la ONG con sede en Berlín que impulsa este asunto desde hace más de cuatro años. «Los ocho fueron detenidos por ir a manifestaciones, distribuir o escribir folletos, ese tipo de actividades –explica Kroker-. Todos fueron torturados, y todos dicen que oían también los gritos de otros torturados; su motivación con esta demanda es hablar en nombre de quienes ya no pueden hacerlo». Sumando a demandantes y testigos, son 16 los sirios representados por el ECCHR en este proceso.