Así es la operación desesperada de Nicolás Maduro para llevar gasolina a Venezuela

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Foto Archivo

La parálisis general de actividades impuesta en Venezuela desde hace más de 50 días por el brote del coronavirus ha ayudado parcialmente a encubrir la aguda escasez de gasolina que sufre el país. Con el paso de los días se hace más evidente la incapacidad de las autoridades para resolver el problema. Es por ello que, en paralelo, crecen las maromas y las redes de negocios tejidas a la sombra de las sanciones internacionales, con las que el régimen de Nicolás Maduro intenta mantener un hilo mínimo de combustible para garantizar algunas actividades básicas. Así lo reseña un reportaje de Zenaida Amador para AlNavío.

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Canibalizar equipos y repuestos de una refinería para intentar reparar otra, armar complejas operaciones para canjear petróleo por gasolina en el exterior y pactar opacas alianzas internacionales que garanticen alguna provisión de combustible son parte de las complejas rutas que transita el régimen de Nicolás Maduro ante el desmantelamiento de la industria petrolera nacional y la aguda escasez de gasolina que padece el país.

Se estima que de un total de 1.576 estaciones de servicio a escala nacional tan solo hay surtido racionado de gasolina para unas 250. Las pocas existencias se venden con restricciones, dándole prioridad a los sectores salud, alimentos y transporte, por lo que buena parte del parque automotor está inactivo.

La cuarentena impuesta para prevenir la expansión del Covid-19 ha servido para mitigar la escasez, pero el país necesita con urgencia soluciones a la falta de combustible, porque están en riesgo las actividades productivas básicas y porque la escasez hace mella en el ánimo de la población.

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Semanas atrás la atención se concentraba en la refinería El Palito, en Carabobo, donde lograron poner a funcionar la planta destiladora de crudo, pero no todas las unidades requeridas para la producción de gasolina. Cuando se aumentó la presión para elevar la actividad productiva se presentaron otras fallas. Si bien las labores han seguido adelante, los equipos y repuestos no abundan y hay que priorizar su uso en la instalación que mejores perspectivas operativas ofrezca.

Más recientemente los esfuerzos se concentraron en el complejo refinador de Falcón, donde se encuentran las refinerías de Amuay y Cardón. Para estas labores el régimen de Maduro ha contado con el apoyo de Irán gracias a alianzas encabezadas por Tareck El Aissami, recién nombrado ministro de Petróleo y líder del proceso de reestructuración de la industria petrolera para impedir que termine de sucumbir.

Se han vuelto frecuentes los vuelos de la sancionada aerolínea iraní Mahan Air desde Teherán a Venezuela, aun en medio de la cuarentena, aparentemente para transportar productos necesarios para reactivar el proceso de refinación en Falcón e incluso se habla de que han transportado a personal técnico de Irán que estaría participando en estas labores.

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Sin embargo, el deterioro de las instalaciones es muy severo y las condiciones operativas son precarias. Este miércoles se conoció que cuatro trabajadores de Petróleos de Venezuela, PDVSA, resultaron heridos mientras reparaban equipos en la refinería Cardón, precisamente como parte de estas labores apresuradas por surtir alguna carga mínima de gasolina a un país paralizado.

Según Reuters, antes del accidente se había logrado reiniciar una unidad de destilación en Cardón, que procesaba unos 50.000 barriles por día de crudo, y otra similar en Amuay, que procesaba 65.000 barriles diarios.

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Por años el chavismo se ufanó de dirigir el destino del país con las mayores reservas de petróleo del mundo, lo que sirvió para apuntalar su diplomacia petrolera y darle apoyo financiero a los grupos políticos de la región afines a los ideales de La Habana y Caracas, bajo las estrategias pactadas entre Fidel Castro y Hugo Chávez.

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Desbancar la industria petrolera con estos fines políticos, y como fuente vital de la corrupción que creció a la sombra del chavismo a lo largo de dos décadas, terminó por dejar a Venezuela con una precaria producción petrolera y un sistema refinador desmantelado, lo que además de hacer caer los ingresos de la nación ha conducido al país a depender de las importaciones para poder abastecerse de gasolina.

La indisponibilidad de recursos para seguir sosteniendo las compras externas más las limitaciones comerciales impuestas por las sanciones han complicado mucho más la situación.

Esta semana el Gobierno de Trinidad y Tobago salió a deslindarse de un desvío de gasolina desde su territorio hacia Venezuela. Según Argus, la empresa ES Euro Shipping, con sede en Suiza, le compró a la estatal Paria Fuel Trading de Trinidad alrededor de 150.000 barriles de gasolina que, al parecer, fueron movilizados por vía marítima a Venezuela. Dados los riesgos asociados al haberse violado las sanciones contra el régimen de Maduro, el ministro de Energía de Trinidad, Franklin Khan, se limitó a explicar que los registros del contrato señalaban que la carga tenía como destino final Aruba. «Si parte de ese envío finalmente llegó a Venezuela, no tenemos responsabilidad en ese asunto».

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