La catastrófica debacle de PDVSA será materia de estudio durante años. Por la entidad del tema energético y su importancia para el mundo y para nuestro país en particular, será imprescindible hacerle seguimiento a este fenómeno de destrucción cuya fase actual es, sin duda, un punto de inflexión: hasta hace pocas semanas en Venezuela se regalaba la gasolina y hoy, amén de una atroz escasez, cuando un venezolano, después de horas y hasta días de espera, logra que un expendio le suministre el combustible, lo recibirá racionado y a un precio por litro muy por encima de lo que cuesta en cualquier parte del mundo.
Es conocido que una de las líneas del esfuerzo destructivo, fue la de truncar el proceso de internacionalización de la industria petrolera, concebido como una jugada defensiva ante la abrupta caída de precios del barril de crudo a raíz del estancamiento de la guerra Irán-Irak y la consecuente normalización del flujo productivo desde el Golfo Pérsico.
Ese proceso coincide con el “crack” cambiario de 1983 (“viernes negro”), hecho que reforzó en la alta gerencia de nuestra industria petrolera la convicción de que la apertura era el camino correcto.
La adquisición de Citgo en 1986 es quizás el acto más conocido y emblemático de la internacionalización. No era nada despreciable contar con un nicho dentro del propio hogar de nuestro principal cliente.
No obstante, el primer acto de la nueva política fue la constitución de Rurh Oel and Gas, a medias con la empresa Veba Öl GA el 21 de abril de 1983. Con ello se lograba el control de cuatro refinerías alemanas garantizando la entrada del petróleo de la faja del Orinoco en Europa.
La adquisición del 50% de las acciones de Nynas AB, segunda proveedora de asfalto e importante suplidor de lubricantes en Europa, dueña de cuatro refinerías, una amplia red de almacenamiento y 16 terminales de distribución, consolidaba la posición del producto venezolano en el viejo continente.
Los escándalos de Citgo, Monómeros Colombo-Venezolanos S.A y las refinerías caribeñas han sido hechos muy noticiosos. En ello es probable que influya la cercanía geográfica de los entes involucrados.
También fue noticia la venta de nuestro 50% de Ruhr Oel and Gas al gigante ruso Rosneft, anunciada incorrectamente como “venta de la Veba Öl”, en demostración de ignorancia que aún hoy, 10 años después, se repite en diversas publicaciones.
Con esa operación se sembró un hito en la supresión del plan de apertura. El resultado se vive a diario en las desoladas carreteras de un país paralizado.
Pero en la visión de Chávez y su oligarquía no había una inspiración patriótica, un sueño de autosuficiencia productiva o un anhelo de reivindicación histórica. No. La motivación, claramente errónea por sus resultados, fue la de cambiar de socios.
Fue así como de un plumazo desmejoramos nuestra posición europea, y en este lado del Atlántico, en un proceso más tortuoso y plasmado de insensateces, pasamos de tener un cliente cercano, agradecido, amén de pagador puntual y en cash, a transformarlo en enemigo, motivarlo a mejorar su producción para no comprarnos un barril más y terminar hipotecando varias generaciones de venezolanos tanto en lo económico como en lo político.
A todas estas, Nynas seguía volando a baja altura fuera del alcance de los radares del latrocinio.
Hace exactamente una semana, la estadounidense Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) eliminó a la empresa sueca de capital venezolano y finés de su lista de entidades sancionadas. ¿La razón? PDVSA ha traspasado el 35% de las acciones de Nynas a la fundación Nynässtiftelsen, de la cual, a la hora de redactar esta nota, no hay trayectoria documentada ni conocimiento de los nombres de sus directivos.
El mismo día, la Junta Administradora Ad Hoc de PDVSA, designada por el gobierno interino de Venezuela, emitió un comunicado donde explica brevemente el caso y cuya lectura recomendamos. De ese documento queremos destacar la siguiente cita: «En nuestro comunicado del 17 de diciembre de 2019, habíamos alertado sobre la decisión de Nynas AB de someterse a una reestructuración financiera amparada en la legislación sueca, lo cual ha concluido con este resultado que apunta a un daño patrimonial apoyado por los agentes del régimen de Maduro».
En la sesión de la AN a realizarse el día de hoy, el presidente de la Comisión de Energía y Minas someterá a consideración del cuerpo un contundente acuerdo contra esta maniobra que viola los artículos 150 y 187 (ordinal 9) de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Desde esta tribuna nos atrevemos a afirmar que la decisión de hoy en la AN puede provocar una revisión del caso Nynas y restablecer la sanción como medida preventiva dirigida a evitar que el emporio sueco sea utilizado como fuente de financiamiento del usurpador.
Quizás revertir la operación en sí sea un poco más complicado. Es muy probable que expertos con talento, pero sin probidad, hayan diseñado un esquema válido para la mentalidad nórdica basada en la credibilidad, la buena fe y el valor de la palabra.
Pero queremos adelantar una hipótesis: la poca transparencia del asunto mantiene incógnitas que no se pueden ocultar en una operación de esta magnitud. ¿Es una venta? De ser así, ¿Cuál fue el monto acordado para la transacción? ¿Cuáles los bancos involucrados? ¿Cuáles son los fines sociales del comprador?.
Y, dado que no está claro si fue una venta, ¿la cesión de un valor y con él la pérdida del control de una empresa importante sin la autorización de la Asamblea Nacional no implica una violación a nuestras disposiciones constitucionales? ¿No justifica la reversión de una operación sospechosa y oscura?
Tengan la seguridad de que la investigación de este caso nos proveerá de interesantes revelaciones.