Las megabandas están presente en los barrios de Venezuela y lo hacen saber. Para los expertos en criminología y el área social, el hecho de que las cabezas de los grupos delictivos se atribuyan responsabilidades estatales, como el garantizar los alimentos en sus comunidades, envía un mensaje claro: «ellos son la autoridad». Así lo reseña un reportaje de Efecto Cocuyo.
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Desde el surgimiento de las llamadas zona de paz, que poco a poco se han transformado en lugares donde el Estado venezolano no tiene presencia, y ahora con la situación de la pandemia provocada por el COVID-19, los denominados pranes buscan consolidar el reconocimiento como autoridades en los sitios donde el Estado venezolano la perdió.
Una foto que circula por las redes sociales muestra a Carlos Luis Revette, alias «El Coqui» con una cerveza en la mano, mientras le entrega una arepa envuelta en papel de aluminio a una anciana. El líder de la banda criminal de la Cota 905 posa para la foto y la mujer toma el alimento, como si de una campaña política se tratara.
En otra publicación se observa a siete niños que fueron retratados mientras les entregaban arepas y computadoras de juguetes. En la imagen no aparece el líder negativo de la Cota 905 (conocido por su prontuario delictivo). Aun así, Revette fue el encargado de repartirlos tal y como aseguran las fuentes consultadas.
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Ambas imágenes se volvieron tendencia en Venezuela a través de las redes sociales entre el viernes 17 y el domingo 19 de abril. Expertos en el área criminalística y social coincidieron que este tipo de actos buscan reivindicar la figura delictiva, asemejándolos a acciones filantrópicas, con el fin de ratificar su control social en las zonas controladas por la banda.
Ejercer control social
El sociólogo y director de la ONG Paz Activa, Luis Cedeño, asegura que las bandas delictivas en las principales barriadas, así como las megabandas, son estructuras delictivas de cierta importancia económica y la aprovechan para ejercer un control social dentro de las comunidades más vulnerables.
Sostiene que la crisis producida por el COVID-19 en el país ha hecho que se activen múltiples frentes de «solidaridad» en los sectores de mayor vulnerabilidad. Por esto, no es de extrañar que las bandas delictivas aprovecharan la coyuntura.
«Uno de esos frentes se abre en estas organizaciones delictivas que hacen vida en estas comunidades, y que las reconoce como una autoridad frente a la ausencia de la autoridad formal del Estado», añade.
Cedeño señala que acciones emprendidas como las de «El Coqui», no son extrañas para los habitantes de los sectores con poblaciones vulnerables, debido a que la ley y los códigos de lo que se puede o no se puede hacer son dictados por estas megabandas que lideran entre otros «El Galvis» y «El Vampi», que se establecieron como centro de la organización y tienen un liderazgo carismático.
«El apropiamiento del espacio empezó justamente con la zona de paz, y esa negociación que llegó al Estado para disminuir los homicidios; las bandas empiezan a tener un pie en las comunidades y tras el retiro del Estado, son reconocidas por los habitantes como las únicas autoridades del sector», detalló.