En el caso de América Latina y el Caribe, los países que sí se pueden beneficiar de estos esquemas de alivio diseñados por la comunidad internacional son cinco, todos ellos centroamericanos o caribeños —Nicaragua, San Vicente y Granadinas, Honduras, Dominica y Haití—, mientras que los nueve restantes, entre ellos los de mayor tamaño del grupo, no tienen acceso a los mecanismos puestos en marcha por la comunidad internacional para aliviar su situación —Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Jamaica, Belice y Granada—. Así lo reseña un reportaje de Ignacio Fariza para El País.
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“Las iniciativas puestas en marcha hasta ahora [para socorrer a los países en problemas], son importantes. Pero, dado el tamaño del desafío, no son suficientes: hace falta más, se necesita más ambición. Son medidas que hay que tomar de manera urgente y colectiva”, ha subrayado el administrador del PNUD, Achim Steiner, en un encuentro con medios de comunicación. “El riesgo no es tanto una cascada de defaults, que también, sino que la falta de espacio fiscal en estos países impidan una recuperación en estos países tras la crisis”. A su juicio, el desacoplamiento entre las economías avanzadas y aquellas en vías de desarrollo es, a estas alturas, algo más que un riesgo: las primeras “van camino de una recuperación en V” mientras las otras están inmersas en “un revés histórico sobre sus niveles de desarrollo”.
Según los cálculos del organismo con sede en Nueva York, el servicio de la deuda de los países en aprietos sumará 1.1 billones de dólares este año, una cifra que sería suficiente para vacunar a hasta 2,000 millones de personas en el mundo emergente dentro del marco de la iniciativa Covax.
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“Más que a los países, nuestro llamado es al sistema multilateral”, subraya en conversación con EL PAÍS el economista jefe del PNUD, George Gray, “de que varios países en desarrollo están inmersos en una crisis de deuda de combustión lenta”. En el caso concreto de América Latina, Gray ve dos grupos bien diferenciados: el de naciones muy dependientes de la venta de materias primas, en su mayoría en Sudamérica; y el de aquellos aquejados de problemas “estructurales, empezando por algunas del Caribe que tienen un alto nivel de endeudamiento, que dependen del turismo y que tienen que importar petróleo y alimentos”. “La crisis del covid se añade a un lento proceso de acumulación de pasivos que está obstaculizando la agenda de la región”, dice. “Un país financieramente vulnerable es aquel en el que la deuda estrangula la posibilidad de lograr el desarrollo”, concluye.