Con una economía golpeada por una fuerte recesión en los últimos siete años, la fiebre de los llamados bodegones ha tenido una rápida expansión en las principales ciudades del país, en especial en Caracas. Estos locales comercializan principalmente productos extranjeros y se han convertido en un fenómeno propio de reductos en los que prolifera un negocio importador que expone los fuertes desequilibrios de la Venezuela actual. Así lo reseña un reportaje de Lewin Granados para El Pitazo.
En zonas al este de Caracas, como Chacao, en las que viven en su mayoría personas con altos ingresos, se ha vuelto común observar negocios que ofrecen una ventana variada de bienes internacionales que contrasta con los periodos de escasez y desabastecimiento de alimentos básicos. Si bien no se trata de un fenómeno reciente, el auge de lo que han definido como economía de los bodegones da pistas sobre condiciones duales que se ciernen hoy en día sobre el comercio nacional.
De acuerdo con cifras de la Alcaldía de Chacao, desde 2018 la cantidad de bodegones en el municipio ha crecido 833,33%: de los 9 que había ese año, pasó a 84 registrados hasta junio de 2021. El mayor crecimiento lo hubo este año, pues en 2020 el municipio contaba con 37 bodegones.
Establecer un bodegón en el municipio Chacao requiere el cumplimiento de regulaciones como ordenanza de solvencia única municipal, conformidad de uso, licencia de actividades económicas, de venta de licores y publicidad.
Rusvel Gutiérrez, presidente de la Cámara de Comerciantes Industriales y Aduaneros del estado Vargas (Caduainco), insistió en que los bodegones se han visto beneficiados por irregularidades en los procesos de importación. Según dijo, muchos de los productos que se comercializan en estos negocios no cuentan con los permisos requeridos por las autoridades sanitarias, entre ellos las normativas de etiquetado exigidas por el Ministerio de Salud y las correspondientes para bebidas alcohólicas.
Exoneración de impuestos de importación
La exoneración de impuestos de importación a unos 3,000 rubros es otra de las medidas que beneficia a los bodegones, según Gutiérrez. Esta medida fue establecida en 2018 con el fin de paliar la escasez y contribuir al crecimiento económico, de acuerdo con el discurso del gobierno de Nicolás Maduro. Aunque la exoneración era por un año, el decreto se ha mantenido con prórrogas desde entonces, y es considerado una “competencia desleal” por parte del sector comercial, que pidió su eliminación por desfavorecer la producción nacional.
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Tras la petición de este sector, el pasado 6 de agosto el gobierno de Maduro anunció la eliminación de la medida para 597 rubros. Al respecto, el presidente de la Cámara de Comerciantes Industriales y Aduaneros del estado Vargas señaló que la mayoría de los productos cuya exoneración fue eliminada no son los comercializados en bodegones, por lo que el beneficio se mantiene para este tipo de negocios a los que catalogó de “política de Estado”.
Los servicios del courier, un sistema de mensajería internacional que utiliza como método para la entrega de encomiendas la modalidad puerta a puerta, son otro de los desequilibrios que perjudican al productor nacional, pues bajo este esquema algunos importadores eluden tramitar permisos de nacionalización de mercancía, con la excusa de que es para consumo propio, aunque luego los productos deriven en actividades comerciales, señaló la presidenta del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), Tiziana Polesel.
Según las estimaciones del sector, los envíos puerta a puerta representan ahora el 40% de las importaciones totales, y se han duplicado desde 2017.
“El problema es que el fabricante venezolano no tiene esa exoneración para importar insumos y materia prima que necesita para la industria nacional, por lo que en muchos casos no existe una igualdad de condiciones”, remarcó Polesel.
Impacto social
Una investigación de la Universidad de Oslo, en Noruega, y el Centro de Investigación y Formación Obrera (Cifo) definen el fenómeno económico del bodegón en Venezuela como uno de los sucesos sociales más importantes ocurridos en el país. Aunque su impacto en el Producto Interno Bruto (PIB) no es significativo, en lo social ha sido fundamental, pues da cuenta de una apertura focalizada de la economía, pero con nuevos comerciantes con escasa experiencia en el sector.
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Ernesto, dueño de uno de los bodegones que han abierto en Chacao en reemplazo de una franquicia de comida rápida, cuenta que en sus inicios, hace casi tres años, las golosinas como la crema de avellana Nutella y marcas de cereales estadounidenses como Captain Crunch eran los productos más solicitados por su carácter novedoso con respecto al mercado local. Pero también había demanda de productos de primera necesidad como harina, arroz o café, que se adquirían sin tener que hacer colas extensas en estos locales, en algunos casos, al doble de su precio regular.
“Ahora como hay más abastecimiento en supermercados, se ha reducido un poco ese flujo de ventas, además la pandemia nos ha limitado las actividades. Así todo, hay mucha gente que viene por productos muy específicos porque sabe que no conseguirá con facilidad en otros comercios”, explicó a El Pitazo un comerciante que prefierió mantener su nombre bajo anonimato.
Alberto López, quien tiene 34 años y trabaja para una agencia de publicidad, asegura que su principal interés en los bodegones son los productos libres de gluten que requiere un familiar con trastorno celíaco, una enfermedad digestiva que daña el intestino delgado y altera la absorción de las vitaminas, minerales y demás nutrientes. Una harina de maíz precocida sin gluten de 5 libras, por ejemplo, la consigue a 11 dólares, casi 10 veces más que la presentación nacional de un 1 kilo.
“Es también un tema de preferencias por la falta de productos nacionales de calidad. Por ejemplo, en aseo personal, hay mejores precios y mejor calidad”, comenta Alberto.
Sin embargo, la liberación de precios dolarizados ha dejado por fuera de esta dinámica económica a la mayoría de la población, de la que un 80% se encuentra bajo el umbral de la pobreza (Encovi 2020) sin acceso a la oferta de bodegones. Desde finales de 2017 Venezuela vive un proceso hiperinflacionario que ha menguado el poder adquisitivo de los ciudadanos con un salario mínimo y pensiones que no alcanzan los 3 dólares.
En su último reporte, el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) indicó que la canasta alimentaria familiar se ubicó en julio en 313 dólares, casi 14 dólares más que en junio y 59 dólares más que en enero, lo que evidencia un encarecimiento del costo de vida, ya no sólo en bolívares, sino también en moneda estadounidense.
Espejismo económico
El economista y gerente de operaciones de la firma Economética, Alejandro Castro, afirma que aunque los bodegones, enmarcados en una economía que privilegia la importación, se han convertido en un símbolo reconocible en las calles de Caracas, están lejos de ser una garantía de recuperación económica y más cerca de un espejismo de pequeños nichos de mercado.
“Estos empresarios solo han aprovechado una serie de condiciones brindadas por la administración de Maduro, pero es incorrecto decir que son un signo de recuperación. Para ello se necesita impulsar a los sectores de envergadura que hagan despegar la producción local con la exportación”, explicó.
De acuerdo con cálculos de Econométrica, para recuperar el tamaño de la economía venezolana a los niveles del año 2013 (cerca de 200 millones de dólares), el país tendría que crecer a un ritmo de 10% anual por 15 años consecutivos. No obstante, las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) no son alentadoras y estiman que la economía venezolana sufrirá una nueva contracción del 10% en 2021.
“Al final, una recuperación económica no pasa solo por la cantidad de bodegones o puestos de chichas que se abran al mes en algún lugar de la ciudad, sino que depende de una importante reforma fiscal, monetaria y cambiaria”, apunta Castro.
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La presidenta de Consecomercio, por su parte, agrega que el esquema de los bodegones es limitado porque abastecen a un pequeño porcentaje de la población, lo que resulta contraproducente para sus actividades.
“El tiempo dirá si los bodegones viven de una aparente burbuja. Si la economía no se recupera y se siguen creando estos espacios nuevos sin la demanda de contrapartida, va a llegar un momento en que van a existir tantos bodegones que no serán viables a largo plazo”, advierte el experto de Econométrica.