Países Bajos y Bélgica han sustituido a España como principal ruta de tráfico de cocaína desde Colombia

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Foto Archivo / Referencial

Tiros indiscriminados con Kaláshnikovs (un tipo de rifle) en plena calle, ajustes de cuentas que se llevan la vida de personas que no tienen nada que ver, la aparición de una cabeza cortada delante de un bar, salas de tortura ocultas en contenedores en la idílica campaña neerlandesa, incautaciones récord de coca…Un reciente informe del principal sindicato de policía de Países Bajos afirma que este presenta rasgos de ser un narcoestado. Si querían llamar la atención, lo consiguieron. Aunque su uso divide a los especialistas, el término que ha hecho fortuna en el debate público. Así lo reseña un reportaje de Beatriz Navarro para La Vanguardia.

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El último informe de Europol afirma que los puertos de Rotterdam, Amberes (Bélgica) y, en menor medida, Hamburgo (Alemania) han sustituido a España como principal ruta de contrabando de cocaína de Sudamérica –Colombia, sobre todo– a Europa. Se han incautado decenas de toneladas en la zona recientemente. “Este año, en septiembre en Rotterdam ya ha llegado a un nuevo récord”, explica Lieselotte Bisshop, criminóloga de la universidad Erasmus, situada en la ciudad portuaria.

En los últimos años, explica, hay más atención y presión sobre todos los actores, públicos y privados, implicados en el tráfico de contenedores. Pero “si hay una red logística buena para el tráfico de bienes legales, los traficantes de bienes ilegales también la van a utilizar. Ellos hacen su cálculo de riesgo, y ahí entran elementos como la facilidad de acceso o el volumen de tráfico”.

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“Exportamos más drogas que queso, leche o flores. Cuando hablo con gente de la lucha antimafia en Italia, me dicen que aquí somos unos ingenuos”, dijo Wopke Hoekstra, jefe de filas de los conservadores (CDA) durante la última campaña electoral. 

Desde el otro extremo del debate, Tom Blickman, coordinador del Transatlantic Institute, censura el “pánico moral” y apunta que “el fracaso de las políticas de represión de los últimos 50 años demuestra que hay que regular también las drogas duras”.

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