Los narcos de la antigua Yugoslavia, bien relacionados con los estamentos futbolísticos de los países que surgieron de ella, «han blanqueado parte de los beneficios que obtienen del tráfico de drogas por medio de la compraventa de ciertos jugadores», así lo reveló una fuente a El Mundo. Con información de Andros Lozano.
La información se ha conseguido, en gran medida, gracias al desarrollo de la Operación Musala, una investigación de la Policía Nacional de España coordinada por Europol. Gracias a ella se han detenido a 61 personas y se han intervenido más de cuatro toneladas de cocaína. Un velero, de nombre Wall Street, jugaba un papel clave.
Recientemente, el Juzgado Central número 6 de la Audiencia Nacional ha levantado el secreto de sumario que pesaba sobre esta operación. La minuciosa investigación ha permitido constatar una sospecha que las fuerzas policiales mantenían en los últimos años: que los traficantes de los Balcanes, entre ellos paramilitares sin arraigo y con capacidad para moverse por toda Europa sin apenas dejar rastro, se han instalado en España.
El velero del Delta del Esequibo
El velero Wall Street, de bandera holandesa y 20 metros de eslora, suelta amarras en el puerto de Gran Canaria. Van a bordo dos croatas y un americano que partieron dos meses antes desde aguas catalanas. Por el camino se han visto frenados por una avería sufrida mientras descendían el Mediterráneo en busca del Estrecho de Gibraltar.
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Tras varias paradas (Cartagena, Motril o Marbella) fueron a parar al puerto de Mohammedia, una ciudad costera marroquí situada entre Rabat y Casablanca. Allí, según la Unidad Central de Estupefacientes de la Policía Nacional y un juzgado de Vigo, les cargaron una gran cantidad de hachís que nunca se pudo concretar. Desde Mohammedia continuaron la navegación hasta Gran Canaria, donde atracaron.
Aquella parada en la isla canaria fue para la tripulación una forma de tomar aire antes del gran reto que les esperaba: debían cruzar el Atlántico, recorrer 2,591 millas náuticas -unos 4,800 kilómetros-, y alcanzar el delta del río Esequibo, en la Guayana venezolana.
Allí se produjo un intercambio de droga: el hachís que transportaban salió del velero y, a cambio, se le cargó con 1,500 kilos de cocaína. La droga se introdujo en dobles fondos, en el baño de la embarcación, en armarios…
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Se piensa que la cantidad de hachís era considerablemente mayor a esos 1,500 kilos de cocaína y que, para recibir esta, se debió de hacer un pago en metálico con el que compensar la diferencia de precio en el mercado -aunque no tanto como pudiera ser en Europa; en Latinoamérica, el chocolate, que es una droga escasa, está muy valorada y su precio es mucho más alto que, por ejemplo, en España-.
Lo que desconocían los dos croatas y el estadounidense que luego emprendieron la travesía de vuelta es que las fuerzas policiales de varios países, entre ellos España, EEUU o Portugal, seguían sus pasos al milímetro.
