La sustitución arbitraria del CNE, en medio de un clima de desinformación e irrespeto total de la Constitución y leyes, envía además un mensaje contrario al Memorando de entendimiento suscrito por el régimen y la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), en el marco de las interrumpidas negociaciones que se venían realizando en México.
La remoción total de los integrantes del CNE genera, con el nombramiento del Comité de Postulaciones Electorales por parte de la “Asamblea Nacional”, dudas e interrogantes que deben ser tratadas con inteligencia y creatividad política para lograr en 2024 unas elecciones presidenciales libres, justas y verificables, que sigue siendo el principal objetivo estratégico.
Coincidiendo con algunos analistas, Andrés Caleca al inscribir su candidatura ante la Comisión de Primaria, alertó sobre que, sin el apoyo del CNE, es muy difícil realizar una elección primaria de manera extendida en todo el territorio nacional. Es evidente que promover la primaria de forma autogestionada implica un gran reto y un esfuerzo logístico importante para asegurar las condiciones que garanticen la transparencia y credibilidad de los resultados. Ello supone, un acuerdo de la CNP y los pre candidatos postulados para coordinar el cómo y el dónde los ciudadanos van a votar, con la disposición de superar los obstáculos que el régimen seguramente colocará para evitar la realización exitosa del proceso. Al mismo tiempo, hay que tener la disposición de buscar métodos diferentes, si fuera necesario, para legitimar la fórmula electoral unitaria con la que aspiramos al cambio político en las elecciones de 2024 y 2025.
La alternativa democrática es amplia y diversa. Para incluir a los que están más cerca de determinada postura o candidatura, no es necesario excluir a aquellos con los que se tienen diferencias. Esta es la clave del compromiso unitario que nos convoca para un proceso complicado de transición hacia la democracia.
Ni con voluntarismo ni con inmediatismo. Aprendiendo de los errores, nuestra narrativa debe ser para sumar con la mayor amplitud a la sociedad entera que desea de manera urgente un cambio político profundo en el país.
Sumar para aumentar las coincidencias. Para ello es indispensable el diálogo auténtico y fluido de todos los actores que forman parte de la alternativa democrática. No es necesario descalificar a unos para calificar a otros. Hay que poner el acento en el debate constructivo de ideas en base a una agenda que integre propuestas para solucionar los temas que más interesan a la mayoría. Un buen ejemplo fue el intercambio de afectuosos saludos entre María Corina Machado y Andrés Velásquez al momento de anunciar sus candidaturas. Ambos son rivales, pero se respetan. Esa debería ser la tónica general para que quien asuma el liderazgo de todos transmita un mensaje de amplitud e inclusión y cumplir de ese modo con el proyecto país que mejor represente las aspiraciones de los venezolanos. Es lo deseable, es posible y es necesario.
Henrique Capriles, Manuel Rosales y Carlos Prosperi, por nombrar solo a los que han sido más agredidos en las redes sociales por los “señores de la guerra” desde la zona de confort de sus teclados, han estado siempre en la primera línea de defensa de la Democracia en contra del régimen autoritario madurista. Ellos, y el resto de los candidatos y candidatas, son la base de nuestra esperanza y merecen una contienda basada en el respeto y la tolerancia que permita alcanzar el cambio que todos deseamos. Como dice Freddy Superlano, Barinas demostró que sí se pudo. Para lograrlo fue indispensable un movimiento audaz y un gran esfuerzo unitario. Siguiendo ese ejemplo, con unidad y más unidad, Venezuela también demostrará que sí se puede.