En la profunda inmersión de Netflix, emerge «Dirty Money», una serie documental que destapa las sombras del lavado de dinero corporativo. Desde su debut en 2018, esta cautivadora producción con dos temporadas desentraña tramas de relevancia global, enfocadas en la corrupción empresarial, el fraude financiero y la ingeniería contable. Al trasfondo de esta obra se erige el nombre de Alex Gibney, productor ejecutivo y ganador del codiciado premio Oscar. Con información de El Cronista.
Un capítulo sobresaliente, «Cartel Bank», se cierne como una de las narrativas más impactantes y provocativas. En esta instancia, se desvela el perturbador relato del caso que puso en la picota a HSBC, casi ocho años después de destaparse su colaboración clandestina en el lavado de capitales para cárteles de droga mexicanos. Los cálculos de ingresos ilícitos ascienden a la asombrosa cifra de 881 millones de dólares, permeando el tejido del sistema bancario de manera indebida.
La travesía de este episodio revela maquinaciones inéditas que allanaron el camino al blanqueo de fondos por parte de cárteles de droga, al tiempo que devela cómo se hallaron pruebas irrefutables de que HSBC fungía como vehículo para la transferencia de recursos hacia bancos sauditas vinculados con grupos terroristas. Everett Stern, antiguo oficial de cumplimiento regional en HSBC entre 2010 y 2012, emerge como testigo en este relato documental. Con voz pausada, comparte sus inicios en la entidad financiera y su encomienda que, con el tiempo, mutó en la omisión deliberada de alertas cruciales.
HSBC lucha por detener publicación de informe sobre lavado de dinero
Dichas alertas parpadeaban en su sistema debido a la presencia de una entidad jurídica entre las contrapartes bancarias, identificada en los listados de grupos terroristas a nivel mundial. Internamente, las razones sociales se metamorfoseaban, ocultando las identidades de estas entidades de los mecanismos de vigilancia. Stern expone cómo «filtros de transferencia eran manipulados con fines criminales para allanar el camino al blanqueo de recursos destinados a terroristas y cárteles».
HSBC, ajeno a la realidad, ignoraba que Stern, con su trasfondo en la CIA, se había convertido en un informante. La secuela de sus acciones obligó a los líderes del banco a reconocer estas «fallas» ante el Subcomité de Investigaciones del Senado estadounidense. Sin embargo, pese a que pruebas fehacientes acumuladas por investigadores federales señalaban la complicidad de altos funcionarios bancarios, los ejecutivos de HSBC eludieron enjuiciamiento. En cambio, la institución abonó una multa de aproximadamente 2000 millones de dólares, a manera de esquivar acciones legales contra sus líderes. El pasado reciente nos muestra que fueron agentes del Departamento de Justicia de Estados Unidos quienes anularon la recomendación de enjuiciamiento, como reveló el diario Wall Street Journal.
Así, «Dirty Money» nos lleva de la mano por el sombrío laberinto del lavado de dinero, mostrando cómo una de las instituciones financieras más influyentes quedó envuelta en una trama que cuestiona los límites de la ética y la responsabilidad corporativa. Un relato que revela la turbiedad de los lazos financieros globales y la imbricación de intereses que desafían los fundamentos de la justicia.