Pedro Mosqueda | 60 y 27

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Pedro Mosqueda

Mentiras, son todas mentiras, cosas que dice la gente. Decir que este amor es prohibido, que tengo 40 y tú 20.

La canción es del argentino Roberto Livi y la hizo famosa José José en homenaje a «Kiki», un gran amor (su primera esposa). Él tenía 20 y ella 43; aunque en casos de amor no hay edad, a ellos les hicieron la vida imposible.

En el 2006 un magnate galán de 60 años “ligó” con una linda rubia de 27 años. Fue en las orillas del lago Tahoe, famoso por sus confortables cabañas. Él, un rubio millonario y ella, una actriz porno llamada Stephanie Clifford, conocida como ‘Stormy Daniels’.

Todo quedó como una noche loca de copas, pero una década después, la señora Daniels decide hacer público el affaire. Es en plena campaña electoral de EE.UU. y al locuaz candidato no le queda otra que acudir a los servicios de su mano derecha, el abogado Michael Cohen, para que resuelva ese caso y evite un escándalo. Mediante un contrato de confidencialidad y 130,000 dólares pensaron que cerrarían el caso. No fue así.

La actriz porno encontró su nicho y fue por más. Suele ocurrir. Le mostraron un pelón, Trump no lo había firmado y sin ese requisito no existe contrato. Inteligente la muchacha.

Hay que decirlo todo y es obvio que detrás de esto mueve los hilos el presidente Biden. Es su venganza, Trump fue y es implacable con él y su familia. Es lamentable cuando la política cae en un hueco pestilente. Y este proceso judicial lo es. Aunque ya sabemos: Trump es un patán impresentable.

Llegó la maldición gitana y todo terminó en tribunales; el primero en caer por el caso fue el abogado Cohen. En el 2018 se declaró culpable de haber sobornado a nombre de Trump e influir en las elecciones violando la Ley Electoral (igualito que aquí). Cumplió 13 meses de prisión más año y medio de arresto domiciliario.

El lunes fue testigo estrella en el juicio contra su antiguo jefe. Como en las películas, jurando ante el juez Juan Merchan del Distrito de Nueva York, respondió a las preguntas del fiscal Alvin Bragg. «Lo único que pensaba después era en cumplir las tareas y hacerle feliz». «Teníamos que evitar que la historia se publicara, hubiese sido catastrófico para la campaña de Trump». Ese fue parte del testimonio de Cohen, quien se definió como un matón al servicio de Donald Trump. Antes de retirarse recordó: «Posponlo todo lo que puedas, más allá de las elecciones. Si gano seré presidente y si pierdo no me importa», le dijo Trump a Cohen en la campaña del 2016.

La verdad es que no se está juzgando la infidelidad o el soborno, que ni siquiera están tipificados como delito en Nueva York. El fiscal Bragg considera que los cargos se agravan y se convierten en penales por existir 34 delitos de falsificación documental.

Donald Trump, siendo presidente, reembolsó el dinero, registrándolo falsamente como gastos legales de su empresa. Para la fiscalía queda claro el esquema de falsificación documental porque sirvió para documentar otro delito de vulneración de leyes de financiación de campaña.

El abogado Cohen afirma que también entregó un cheque a un portero de la Torre Trump para evitar que hablara de un supuesto hijo secreto de Trump y además compró el silencio de otras amantes como la modelo Playboy Karen McDougal.

Lo cierto es que el Señor de los Anillos se las ha visto feas. La semana pasada le tocó enfrentarse a Daniels, una dama de armas tomar. La abogada de Trump, Susan Necheles, una litigante de mil batallas, no logró intimidarla.

«El dinero de Trump no me hace falta. Solo con el libro he ganado un millón de dólares. También he ganado con el documental y productos de merchandising», dijo. «Son mis derechos, como el señor tiene los de él» y lo señaló. Un catire más rojo que nunca la escaneaba de arriba abajo.

Y continuó: «Me pareció grosero y no disfruté el encuentro».

Trump sigue negando la relación, aunque las evidencias son varias y las fotos presentadas también.

«Él me preguntó sobre las enfermedades de transmisión sexual (ETS) para no usar condón».

Repreguntada por la defensa si hubo relaciones sexuales. La respuesta fue enfática: «Sí, él usaba pijama de seda, bóxer, productos de aseo Old Spice. No usó preservativos y prefirió la posición del misionero».

Tiene una memoria fotográfica.

El juez ordenó ser menos precisa en esos detalles. Ella estaba clara por qué lo hacía.

12 jurados, hombres y mujeres honorables de la comunidad, con caras serias observaban expectantes.

La dama logró en algunos momentos sacar risas en el público.

«En caso de que reciba la orden aquí no habrá problemas para acogerlo». Dijo el Alcalde de la Gran Manzana, Eric Adams (se refería a Donald Trump); en cuya jurisdicción se encuentra la tristemente famosa cárcel RIKERS ISLAND.

Biden logró, por ahora su objetivo: putear a Trump. No fue necesario mucho esfuerzo, esa es su marca de fábrica.

40 y 20, como le ocurrió a José José o 60 y 27 el affaire de Donald Trump… Hay algo que es definitivo y ustedes estarán de acuerdo conmigo: hay amores que matan.

Nos vemos por ahí.

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