En un elegante café frente a la Puerta de Alcalá, una señora de apellido ilustre relataba a sus amigas un incidente que su hijo presenció en Ultramarinos Quintín: un colombiano ofreció pagar la consumición de los ocupantes de una mesa si se la dejaban libre. Este episodio desató una conversación sobre la presencia cada vez mayor de venezolanos, mexicanos y colombianos en el barrio de Salamanca, una zona que las familias tradicionales de Madrid sienten cada vez más ajena. Con información de Infolibre España.
Las fortunas latinoamericanas han transformado el barrio de Salamanca, aumentando los precios de las propiedades y los servicios. Los jóvenes de las familias de siempre se quejan de que ya no pueden permitirse vivir o comer en su barrio natal, donde los precios se asemejan a los de Londres y los escenarios de lujo son la norma.
El descontento no es solo por los precios. La fidelidad de los residentes tradicionales al Partido Popular se contradice con su rechazo a las políticas de Ayuso, que han facilitado que el dinero latinoamericano inunde Madrid sin necesidad de conocer su procedencia. Gracias a incentivos fiscales, los inmuebles se venden rápidamente, y ahora los nuevos vecinos pagan menos impuestos que muchos asalariados españoles.
La presencia de estos nuevos ricos se siente también en los hoteles de lujo y las peluquerías más exclusivas. Los botones extrañan los fajos de billetes que los antiguos clientes sacaban con facilidad, mientras que los nuevos clientes prefieren pagar en efectivo, evitando así los bancos y mostrando su riqueza.
En las peluquerías, las extensiones de cabello son ahora más comunes que los cortes, reflejando las preferencias de las nuevas reinas del barrio, quienes comentan sobre los apartamentos de lujo que compran por millones de euros. La calle Goya se ha convertido en una frontera natural que divide el Upper Salamanca en dos: al este, los nuevos dominios latinos, y al oeste, los lugares tradicionales donde los antiguos residentes aún disfrutan de sus aperitivos.
Hace una década, los primeros venezolanos que llegaron fueron recibidos con aplausos por su oposición al régimen de Maduro. Poco imaginaban los habitantes tradicionales que estos serían solo el comienzo de un desembarco de millonarios latinoamericanos que acabarían transformando su barrio y sus costumbres.
Este enfrentamiento entre la vieja aristocracia madrileña y los nuevos ricos latinos es un reflejo de cómo las dinámicas económicas y sociales pueden transformar incluso los bastiones más tradicionales. La mezcla de culturas y fortunas ha creado un nuevo paisaje urbano donde el poder del dinero redefine continuamente las normas y las expectativas.