En una nueva y alarmante estrategia, los cárteles mexicanos han comenzado a reclutar estudiantes universitarios de química para trabajar en laboratorios clandestinos dedicados a la producción de fentanilo, según una investigación del New York Times. Los jóvenes, atraídos por promesas de salarios muy por encima del promedio en México, son entrenados para sintetizar precursores químicos y reforzar la potencia del opioide sintético, clave en la actual crisis de sobredosis en Estados Unidos.
El Cártel de Sinaloa, señalado como principal responsable del tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, ha desplegado reclutadores que se infiltran en campus universitarios. Estos buscan candidatos con habilidades teóricas y la discreción necesaria para integrarse en un esquema altamente riesgoso y violento. Los estudiantes seleccionados trabajan en laboratorios ocultos en las montañas, enfrentando constantes peligros, desde intoxicaciones químicas hasta represalias si no cumplen con las expectativas.
Además de producir fentanilo más potente, los cárteles buscan un objetivo aún más ambicioso: sintetizar los precursores químicos desde cero, eliminando así su dependencia de las importaciones desde China. Esta capacidad podría otorgarles mayor autonomía y control sobre el mercado global del fentanilo, lo que supondría un desafío monumental para las fuerzas del orden de México y Estados Unidos.
Los estudiantes, muchos de ellos provenientes de familias de bajos recursos, aceptan estas ofertas impulsados por la necesidad económica. Algunos ven en esta actividad la única forma de pagar tratamientos médicos costosos para familiares enfermos, mientras otros son convencidos con pagos iniciales y promesas de recompensas mayores si tienen éxito en sus tareas. Sin embargo, varios de ellos expresaron el conflicto moral que enfrentan al trabajar en una industria que destruye vidas.
La crisis global del fentanilo, que ya ha cobrado innumerables vidas en Estados Unidos, podría agravarse si los cárteles logran perfeccionar sus técnicas de producción interna. Según expertos, esta evolución marcaría un punto de no retorno en la lucha contra esta droga, consolidando a los cárteles como actores industriales en el negocio del opioide sintético. Mientras tanto, la colaboración internacional y el fortalecimiento de las medidas de control químico se presentan como las principales herramientas para intentar contener esta amenaza.