Miles de ciudadanos chinos han sido secuestrados y forzados a trabajar en centros de fraude digital operados por mafias en Myanmar. Estas organizaciones criminales han convertido hoteles y casinos en prisiones donde las víctimas, bajo amenaza de violencia, deben ejecutar estafas en línea, principalmente mediante esquemas piramidales y fraudes románticos en el ámbito de las criptomonedas. El fenómeno ha adquirido tal magnitud que se estima que más de 120.000 personas están atrapadas en estos centros en Myanmar y otras 100.000 en Camboya. Con información de El País.
El auge de estas redes delictivas ha sido facilitado por la crisis política y el conflicto civil en Myanmar, que han permitido que la junta militar y actores locales se beneficien económicamente de la operación de estos grupos. Los secuestrados, en su mayoría jóvenes chinos atraídos por falsas ofertas de empleo, descubren demasiado tarde que no pueden salir sin pagar un rescate. Las sumas exigidas para su liberación superan los 50.000 yuanes (más de 6.000 euros), montos inalcanzables para muchas familias.
Xu Bochun, un joven de 26 años que logró escapar tras tres meses de cautiverio, relató su experiencia en un escondite en Tailandia. Según su testimonio, fue sometido a constantes palizas y obligado a estafar a personas en redes sociales. “Fue una pesadilla. Muchas veces pensé que no saldría”, afirmó. Su madre, una vendedora ambulante, tuvo que reunir más de 2.300 euros para pagar parte de su rescate. Casos como el suyo se repiten en múltiples puntos fronterizos de la región.
Ante la creciente presión internacional, China y Tailandia han intensificado sus esfuerzos para desmantelar estas redes. Pekín ha calificado la situación como una “humillación nacional”, ya que la mayoría de los secuestrados son ciudadanos chinos, y ha iniciado operativos de rescate en colaboración con las autoridades tailandesas. Sin embargo, la falta de control en las zonas donde operan estas mafias dificulta las acciones policiales y judiciales.
El problema de la trata de personas vinculada al fraude digital sigue en expansión, afectando no solo a China, sino a miles de víctimas en distintas partes del mundo. Organizaciones de derechos humanos han advertido que la crisis en Myanmar ha convertido al país en un epicentro del crimen financiero global, mientras que la inacción de las autoridades locales alimenta la impunidad de los responsables.