Por primera vez en su historia, Guyana se prepara para unas elecciones presidenciales atravesadas por el impacto directo de la bonanza petrolera. Así lo expone Víctor Salmerón en Diálogo Político, donde analiza cómo el auge económico, impulsado desde 2020 por la explotación del yacimiento Stabroek, ha redibujado el mapa político y financiero del país suramericano.
El presidente Irfaan Ali, del Partido Progresista del Pueblo (PPP), ha utilizado los ingresos petroleros para financiar un ambicioso programa de inversión pública, reducción de impuestos y expansión del gasto social que incluye incrementos salariales, bonos educativos y acceso gratuito a la educación superior. Para el Fondo Monetario Internacional, Guyana se ha convertido en una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo, con una expansión promedio del 47% entre 2022 y 2024.
En el tablero electoral, la coalición opositora APNU-AFC busca articular una candidatura unificada para disputar el poder, aunque Ali parte como favorito. Mientras tanto, Washington ha profundizado sus vínculos con Georgetown, respaldando al gobierno en la disputa territorial con Venezuela y fortaleciendo la cooperación en seguridad y energía. La Unión Europea también se ha sumado al diálogo, interesada en diversificar su relación comercial con la nueva potencia caribeña.
Con una producción de petróleo que podría alcanzar los 1.7 millones de barriles diarios para 2029, Guyana avanza hacia una transformación estructural. Irfaan Ali asegura que su visión no se limita al petróleo: apuesta por convertir al país en líder regional en agricultura, turismo ecológico e infraestructura. De lograr un segundo mandato, su administración buscará consolidar esta estrategia con nuevos aliados y más inversión internacional.